El reto de completar un Ironman no es baladí. Para los no conocedores: se trata de una de las pruebas más extremas. Consiste en nadar casi cuatro kilómetros, recorrer otros 180 en bicicleta por carretera y correr una maratón, es decir, 42 kilómetros más a la suma. La dificultad de este tipo de pruebas las convierten en aptas solo para deportistas con una gran preparación y fondo físico. O para personas que, como Jordi, tienen el reto de superarse y olvidar su paso por quirófano.

Este vecino de Benicarló se instaló hace poco más de un año en la localidad castellonense, antes había vivido en Vic, donde hace cinco años fue intervenido de una grave afección en la espalda. Tras su paso por el quirófano, su neurocirujano le aseguró que, probablemente, jamás volvería a practicar deporte. Lejos de rendirse, Jordi comenzó la preparación que un deportista necesita para lograr su sueño: completar un Ironman.

Los amigos de este 'hombre de acero' aseguran que "cuando las cosas se complican es cuando más se trabaja y lucha por conseguir hacerlas realidad". Y citan el conocido verso de Galeano ("¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve, para caminar.") para describir la ardua labor de superación de Jordi. Durante cinco años, "junto a su entrenador Xevi Sola y la ayuda imprescindible de su coach y nutricionista Griselda Entrena", este deportista ha luchado con sufrimiento, incertidumbres y miedo al fracaso. Pero, sobre todo, con la ilusión de caminar sobre su propia utopía.

La covid-19 frenó en seco los pasos de Jordi, que vio como la pandemia obligaba a cancelar la Ironman de Vitoria y la de Cascais, a las que se había apuntado para ponerse a prueba. El virus, no obstante, no pudo detener la esperanza que su grupo de amigos tenía por ver al deportista cumplir su sueño. "Si la covid nos impedía hacer un Ironman, teníamos que llevar la prueba a Benicarló", aseguran desde su círculo cercano.

Bastaron 15 días y la colaboración de ayudas y familiares para montar los circuitos de la prueba. Algunos, incluso, se animaron a recorrer parte del camino junto a Jordi para mostrarle su apoyo. Así, respetando "las medidas y protocolos marcados por las autoridades para garantizar la práctica deportiva en un ambiente de máxima seguridad", Jordi logró cumplir su sueño.

No tuvo dorsal, ni línea de salida ni meta, tampoco fotógrafos ni el aplauso del público que asiste a estas pruebas. No le hicieron falta. 12 horas y 15 minutos después del inicio, en un ejercicio de "compañerismo, amistad, esperanza y fe", Jordi logró alcanzar la utopía.