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VA DE BO

Maradona y cambalache

Homenajes a Diego Maradona en Buenos Aires, Argentina

Ha faltado Maradona y hemos asistido a maravilloso espectáculo: el profundo dolor de una nación, Argentina, con histórica aflicción. Leí un titular atractivo: «el futbolista que hizo una nación». Nada unía más a aquellas tierras tan diversas que los regates de Maradona, que su vida de desenfreno, locura y vicio. No andaba desencaminado el titular. Hace casi un cuarto de siglo que visité por vez primera aquellas tierras del gran Buenos Aires y me adentré en el interior y nos llegamos hasta los Andes. Nada era igual. Unos hablaban mal de otros y no hubo manera de tomar un café italiano. ¿Son más italianos que españoles o más españoles que italianos? Son argentinos, que debe ser la fusión perfecta de napolitanos y lombardos, vascos y andaluces. Lo mejor de todos, y también lo peor.

Una dependienta de la calle Corrientes me atiende y con amabilidad me dice que le encanta como hablan español los españoles. Uno se queda perplejo porque a mí me pasa lo mismo con la musicalidad del hablar porteño. Oyes una conversación entre clientes y meseros y te enteras de que, o nosotros no sabemos español o ellos dejaron de hablarlo. Letra de Cambalache:

Igual que en la vidriera

irrespetuosa

de los cambalaches

se ha mezclao la vida,

y herida por un sable sin remache

ves llorar la Biblia

junto a un calefón.

Díganme si han entendido algo. Pues así de difícil es entender a una nación que comienza o comenzaba todos sus informativos de todas sus televisiones hablando del «seleccionado» argentino, de la liga española, de la liga italiana, y como quinta noticia el inicio de la campaña de vacunación por parte del presidente Menem. Allí todo el mundo dice vivir según el gobierno de turno, cuando siempre mandan los mismos. Pues así de difícil es entender la foto del abrazo desconsolado de un forofo de River fundiendo sus lágrimas con uno de Boca porque se ha muerto un futbolista. No porque el dolor no una, sino porque, racionalmente, no se puede llorar por un malabarista del balón como ha llorado un pueblo y medio mundo y en cambio nos mostramos insensibles con los que viven hacinados en chabolas a derecha e izquierda del trayecto de Ezeiza al centro de Buenos Aires sin que nadie se abrace con nadie.

Me duele no haber visitado Argentina estos días y conversar con un taxista. No hay Borges que iguale una entrevista con un empleado del gremio. Díganme si entienden que un gol con la mano lo es porque es la mano del mismísimo Dios… A todas estas no me extrañaría que el Papa haya enviado una carta de consuelo a la familia. Ya se creó la Iglesia maradoniana con negocio de estampitas, figuritas y hasta oraciones que aquí el que no corre vuela. Ya ven el clan de Cantora.

La muerte de Maradona nos ha recordado la preciosa letra del tango que bordaba un viejo cantor argentino a ritmo del bandoneón en el Viejo Almacén.

¡Hoy resulta que es lo mismo

ser derecho que traidor!...

¡Ignorante, sabio o chorro,

generoso o estafador!

¡Todo es igual!

¡Nada es mejor!

¡Lo mismo un burro

que un gran profesor!

Lejos estaba de nacer Maradona y el espectáculo ya se vislumbraba. Salvo lo de chorro lo entiendo todo.

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