Veíamos ayer en el recuerdo imaginario al Tío Galán celebrando el triunfo del equipo de su pueblo levantando el garrote, con el que apoyaba su pierna herida en la Batalla del Ebro. Veíamos ayer al Chato Cucala saboreando los remates del joven «punter» de Montserrat y el saque siempre envenenado de Añó. Veíamos a Roc Cerveró, que era el talismán de la época del resurgimiento, emocionado con hermosos recuerdos. Veíamos ayer a Rafa Ortiz, en su casa, frente al televisor, rememorando las legendarias partidas de su juventud, aquel triunfo en el Trofeo El Corte Inglés frente a Massalfassar cuando se inauguró la cancha de Alfarp. Veíamos ayer a Marcial, haciendo el «bot» irrestable en la calle de Aldaia para ganar el primer Interpobles. Veíamos ayer al presidente Paco Cerveró, emocionado y satisfecho porque su obra ha tenido continuidad. Veíamos ayer a un pueblo encendido con un equipo de ensueño que, por culpa del virus tuvo que celebrarlo en cada uno de los hogares. ¡Qué hermosura de final la de este Interpobles Edicom! ¡Qué manera de jugar a pilota, qué fortaleza de pegada, qué calidad técnica en todos los protagonistas! Todos se dejaron el cuerpo y el alma en cada «quinze». Lo hicieron con la generosidad de los que aman, con la entrega de los entregados a una causa hermosa. Por eso esos abrazos entre lágrimas de unos, al rematar el último quinze que puso el 70 a 55 definitivo. Y por eso, la sonrisa del deber cumplido de los derrotados, de Ovocity el Marquesat. Que piensen todos ellos que orgullosos de ellos estarían el Tio Delfín, el Tio Micalet, Conrado, Federiquet, Sopetes, Gerardo padre…y todos los que labraron la bella historia de la Galotxa en el pueblo del Marquesat de la Ribera. Perder una final como la de ayer es ganarse el respeto de cualquier amante del Joc de Pilota.
La final de ayer en la preciosa cancha de Godelleta, que copien el contraste de colores para la tele, dignifica la Galotxa y el conjunto de la Pilota Valenciana. Un poco de respeto a la modalidad que supo escribir el camino de modernización de aquel juego que se aferraba en no subir el peldaño que lo convirtiera en deporte. Dentro de nada comenzará el Individual de la especialidad y su campeón merecería los honores de cualquier otro campeón individual de cualquier otra modalidad de este deporte. Es deber de justicia. No hacerlo, es una injusticia.
Los campeones del torneo que patrocina una ejemplar empresa valenciana, Edicom, entregarán sus trofeos de campeones a las vitrinas el club. Siendo jugadores de postín, siendo verdaderos artistas de este deporte como son Oscar,Carlos, Javi y Rafa, se saben herederos de un legado de siglos, de Mingo el de les Màquines, se saben al servicio de una historia que viene de decenas de años y pervivirá decenas de años. Esa es la grandeza de su triunfo, sometido al más hermoso ejercicio de humildad. Quizás por ello muchos empiezan a soñar que Monserrat también dispondrá de su museo local de pilota donde los viejos recuerdos y la historia que se crea cada año, cada época, quede reflejada para conocimiento de las nuevas generaciones. Ese espíritu ya lo aprenden los juveniles, que en una agónica final frente a Tabernes Blanques ganaron por 50 a 45. Montserrat vive sin duda la mejor época de la historia de triunfos de su club. Y con años por delante.
