Dijo Adrián Campos, hace algo más de una década, que su abuelo, Luis Suñer, era el espejo en el que siempre había querido mirarse y la persona a la que siempre había querido parecerse. El paralelismo no podía ser más acertado porque en ambos Alzira encontró empresarios que, pese a sus éxitos, jamás renegaron de su origen. Nunca huyeron de Alzira y fijaron su eje vital en la capital de la Ribera Alta. Sus nombres serán difíciles de olvidar del imaginario colectivo.

No es de extrañar que Alzira despertara ayer conmocionada por su inesperado fallecimiento. Se había marchado uno de los referentes deportivos más importantes que ha dado nunca la ciudad, pero, por encima de todo, una persona humilde, cercana y bondadosa. A lo largo del día, se sucedieron los mensajes de condolencia tanto de clubes deportivos locales como la UD Alzira o el Family Cash de fútbol sala, entre muchos otros. La exalcaldesa de la ciudad, Elena Bastidas, o el actual munícipe, Diego Gómez, también dedicaron unas palabras al expiloto de F1. «Adrián, nieto de Luis Suñer, forma parte de los personajes ilustres que son cercanos, valorados y queridos por todos los alzireños», resaltó Gómez.

Durante su etapa como piloto, ya paseó el nombre de Alzira por medio mundo. Lo hizo también, en una etapa vital posterior, con su propia escudería. Instalada, cómo no, en su ciudad. A lo largo de los años dio numerosas vueltas al planeta, visitó los mejores circuitos de cada uno de los cinco continentes, pero nunca renunció a Alzira. Seguramente, le habría sido más sencillo, a nivel logístico y empresarial, ubicar su base operativa en una ciudad más grande y con mejores conexiones. En cualquier otro país europeo, por ejemplo. Pero siempre tuvo claro su compromiso social con el lugar que tampoco abandonó su abuelo. Ambos podrían decir ahora, con orgullo, que dejan como legado una ciudad mejor.

Motor económico

En 1994, el ayuntamiento ya reconoció su trayectoria como deportista al concederle la Insignia de Oro de la ciudad. Años más tarde, en 2009, se distinguía a un Adrián Campos que, tras bajarse del monomplaza, creó una escudería con la ilusión propia de aquel que solo busca aportar su sabiduría a jóvenes talentos del motor, en el sentido más amplio,desde ingenieros hasta pilotos. Ya no era solo un exdeportista profesional. Se había convertido en un empresario empeñado en convertir a Alzira en un motor económico que demostrase que no hace falta ser Madrid, Londres o Berlín para desarrollar una exitosa estructura. El consitorio también le otorgó el título hijo predilecto, un honor que jamás esperaba ganar cuando se subió a un bólido por primera vez pero que merecía más que cualquier otra corona automovilística.

merecido homenaje. La ciudad de Alzira ha distinguido, hasta en dos ocasiones a uno de sus vecinos más ilustres. 1 Un piloto de Campos Racing durante una exhibición en 2009.

2 Campos, a la izquierda, recibió la insignia de oro de la ciudad en 1994. 3 La corporación aplaude al expiloto tras ser nombrado hijo predilecto. F