La Casa de los navarros en Barcelona es el último de los refugios de la pelota a mano en Catalunya. En su frontón se desarrolla una política de promoción que permite mantener la llama de la ilusión por un deporte, en este caso la pelota vasca, que tuvo en tiempos lejanos una presencia muy digna en la capital catalana. Como en tantas ciudades españolas los llamados frontones industriales anunciaban los mejores festivales a cesta punta. Gracias a las olimpiadas del 92 se construyó un gran complejo en la Vall d’Hebrón, donde la pelota vasca se exhibió en la cita olímpica. Pero la actividad diaria, continuada, se realiza en un frontón sencillo, con viejas paredes, que han servido de cordón umbilical con los valles navarros de donde proceden tantos emigrantes que llegaron a tierras catalanas. Allí se han convocado campeonatos de hombres y de mujeres, de chicos y grandes. Y sus jugadores representan a la Federación Catalana de Pilota en los torneos estatales. Como club abren las puertas a cualquier invitación. Han jugado el torneo abierto de Frares, en Traiguera (Castelló) alcanzando el subcampeonato. También han jugado en el frontón de El Puig, santuario del estilo valenciano de juego indirecto.
Todo el tinglado lo mueve Ruben Arribas, un «apasionado de este deporte», como lo califican todos los que lo conocen. Ahora participarán en el proyecto de Trobada de Pilota del Mediterrani, previsto para el mes de octubre en la localidad de Simat de la Valldigna, si la pandemia lo permite. Una Trobada que se quiere convertir en un lugar de encuentro y de debate y una competición amistosa entre las regiones pelotísticas de Portugal, Euskadi, Comunitat Valenciana, Italia y Catalunya. Rubén Arribas es de los que piensa que «la pelota debe interconectar y tenemos que ayudarnos entre todos».
Este esfuerzo de aproximación tiene la oportunidad de recuperar viejas historias del Joc de Pilota también vividas en tierras catalanas donde encontramos en el sur de Tarragona trinquetes semejantes a los de Traiguera para la modalidad de Frare pero donde también se conservan nombres de calles donde se practicaba este deporte. Hay calles dedicadas al Joc de Pilota en Llancà, provincia de Girona, o en con mayor detalle incluso: Carrer del Joc de la Pilota en Roses, o en Garriguella, también en la provincia de Girona. Existe el Carrer del Joc de Pilota en Montblanc, Tarragona, o en La Pobla de Massaluca, en la misma provincia. En la capital catalana encontraremos el nombre del Carrer del Trinquet, al igual que en Cabrera del Mar, también en Barcelona, o en Deltebre (Tarragona). En el nomenclátor callejero español, desde Canarias a Cantabria, la pelota está presente en la práctica totalidad de sus comunidades. Han pervivido los nombres de las calles donde, de una manera u otra, se jugaba al deporte más popular hasta más allá de la mitad del siglo XIX. Desgraciadamente quedan las placas, las lápidas, pero sólo el recuerdo archivado. Casi todo se perdió en el túnel de los tiempos. Ahora, gracias a gentes como los de la Casa de Navarra de Barcelona, la Pilota recobra en Catalunya la vida que tuvo en otros tiempos. Y será en el Monestir de Simat de la Valldigna, en el más simbólico de los lugares del viejo Reino de Valencia donde, si todas las previsiones se cumplen tendrán oportunidad de reencontrarse con otras regiones cercanas.
