Podía pasar. La semana en la que más cerca estás de hacer historia en la Copa del Rey tras disputar la ida de las semifinales y salir vivo de San Mamés, te pegas un batacazo importante en LaLiga. Duele. Duele mucho porque te impide adquirir un colchón notable respecto al descenso y porque además es la primera derrota en el Ciutat de València desde que el equipo regresó a casa. Quizás sea injusto decir que la gesta copera ha distraído al equipo, pero no está de más recordar tras una derrota por la mínima ante Osasuna como esta que desviar ahora el foco sería algo tan impermisible como peligroso. Dicho eso, fue un partido mínimo para empatar, pero el Levante perdió tras fallar incluso un penalti y debe aprender de esta. No hay tiempo para lamentarse.

El equipo de Paco López, camaleónico, gestionó bien la primera parte con una novedosa apuesta del técnico de Silla, quien de inicio formó con una defensa impar con la entrada de Rober Pier en el perfil izquierdo de un triángulo de centrales junto a Vezo y Duarte. Eso le valió para defenderse con solvencia de los balones colgados por un Osasuna que en esa faceta del juego es muy potente (futbolistas como David García o Aridane entre otros acumulan un elevado porcentaje de duelos aéreos ganados) y curiosamente esos tres defensores fueron también los protagonistas de la mejor ocasión granota en el primer acto. Llegó en un saque de esquina de laboratorio -otro más- prolongado por Rober Pier, rematado por Duarte en primera instancia en una acción que repelió Sergio Herrera pese a pillarle a contrapié y finalizado en última instancia por un Vezo algo bisoño que estrelló su disparo en un defensor rojillo.

Esa fue la mejor, pero no la única ocasión granota en esa primera entrega ya que Malsa poco antes había cabeceado picado un buen centro de Rochina obligando a Sergio Herrera de nuevo a hacer una plástica hiperextensión para evitar el 1-0. Si a eso le añades que Aitor únicamente tuvo que intervenir con cierta exigencia en un intento de vaselina de Moncayola al que el guardameta respondió con suficiencia, el balance fue incluso positivo con el único matiz negativo de la falta de participación de la pareja atacante azulgrana compuesta por Sergio León y Dani Gómez, y quizás la falta de profundidad por las bandas.

Así se pasó por el ecuador del encuentro y en la reanudación el panorama cambió porque para empezar el Levante dejó de inquietar. A eso hay que añadir que tres balones aéreos consecutivos ganados en la frontal por Osasuna propiciaron una primera ocasión de Iñigo Pérez que el jugador del conjunto navarro envió a las nubes, pero que fue un aviso para navegantes. Era el momento de reaccionar y Paco lo hizo con un triple cambio, pero si en anteriores ocasiones el resultado fue óptimo, en esta ocasión no bastó.

El equipo recuperó su dibujo habitual con la salida de Rober Pier y la entrada de De Frutos en banda derecha, pero con Clerc ya preparado para entrar en lugar de Toño, una combinación del contestano Lucas Torró y el setabense Rubén García cogió al lateral granota fuera de sitio en una acción en la que Kike Barja metió un centro perfecto tocado y con rosca a la espalda de Ruben Vezo que ue aprovechado por Budimir para rematar en semifallo, pero con la suficiente efectividad como para sorprender a Aitor (0-1 en el m. 73).

El Levante, pese al mazazo, reaccionó y a través del siempre vertical De Frutos orzó un penalti en el m. 78 que en condiciones normales le habría servido para empatar al menos, pero no era el día y Sergio Herrera desvió con una muy buena intervención el disparo ladeado pero algo blandito de Morales desde los once metros. Segundo mazazo de una tarde en la que de nuevo De Frutos en las postrimerías se revolvió con habilidad para presentarle un balón en la frontal a un Malsa que sin apenas maldad remató con el interior demasiado centrado facilitando así una nueva parada del guardameta navarro.

Lo dicho, desviar el foco no está permitido. No la liemos.