A estas alturas de temporada, después de haber ido de chasco en chasco, lo único relevante en el Valencia es Guedes, un talento que ha dejado atrás el rincón de pensar y ahora es el mejor un partido detrás de otro. Contra Osasuna dio una asistencia y fabricó dos postes de sendos zapatazos, uno directo y otro que rebaño Gameiro. Sin embargo, el portugués no es suficiente para un equipo lleno de cráteres. Agujeros que son especialmente profundos en la defensa, un terreno por el que es incapaz de circular sin meterse en uno. Pocos equipos cometen errores groseros de manera tan consecutiva, un horror perpetuo en la salida del balón. Y ninguno ha encajado más goles que el de Javi Gracia en las primeras partes, el dudoso récord cosechado tras el bingo que cantó Calleri cuando volvió a poner a los rojillos por delante.

La película en la primera parte fue la de sobras conocida. Un fogonazo ractivo, cómo no de Guedes, dos errores de verbena con los que le crujieron y una sensación de ir de derrape en derrape que se explica gráficamente con el visto y no visto que duró el empate. En la segunda, tres cuartos de lo mismo. Al segundo poste en la portería de Roberto replicó Osasuna desde el punto de penalti. El primero lo paró Doménech, pero Roberto Torres se desquitó en el siguiente. Entre uno y otro solo hubo un córner de respiro.

Por El Sadar deambuló un Valencia tibio, errático como siempre y sin puntuar por su torpeza en los momentos clave. Un equipo que vive en el alambre por costumbre. Quedó claro bien temprano, cuando antes del cuarto de hora el despropósito de rigor precipitó el primer gol. Desde el centro del campo, de cara a su propio portero, Yunus fue una pared de frontón para el raquetazo de Doménech en largo. El balón le llegó a la frontal a Calleri y Diakhaby le puso una alfombra al saltar a destiempo a la presión. El central se cruzó a Gabriel Paulista, que venía de cara, dejando así un pasillo libre a su derecha para el pase. Más solo que la una, Javi Martínez marcó a placer con un disparo cruzado. Así de sencillo, así de grosero.

Replicó Guedes, responsable de los chispazos de vida de este Valencia que juega en plano. Una suerte que ha coincidido con la posición que ocupa arriba, donde mejor rinde y más se implica. Fuera del radar de Arrasate, como si se le hubiese olvidado en la pizarra, recibió en corto desde la esquina, libre de marca, y a la altura de donde le marcó a Claudio Bravo se sacó un disparo limpio que dio en la cepa del poste. Fue el primer aviso. al siguiente filtró un pase por dentro con un pase exquisito con el que superó la presión de David García. Una preciosidad que firmó Gameiro empalando con todo a favor a la red. Son ya cinco asistencias, las mismas que Gayà y Soler.

Antes de abrir los ojos, de un regalo esta vez de Gayà llegó el segundo. Lo marcó Calleri, que se cambió de asistente a goleador con un disparo ajustado a la red. Al descanso, la ventaja habría sido superior de no haber sido por un palmeo de Doménech a disparo de Roberto Torres al que Torró llegó mal con la portería vacía. Con el campo inclinado a favor de los locales, el Valencia volvía a ser presa de unas limitaciones subrayadas desde la alineación. El imprevisto de Soler precipitó otra decisión pinturera. Su sitio fue para Guillem Molina antes que para Oliva, lo que despeja cualquier duda, si es que la había, sobre el rol al que Gracia ha condenado a los fichajes. No se corta el técnico retando al club, una tónica que se mantiene desde el primer día. Los recursos son de esta manera todavía más limitados. Es como si al no tener lo que quería, regatease lo que tiene.

De vuelta de vestuarios, Guedes siguió siendo el mejor. Un disparo desde lejos no lo pudo blocar el portero tras botarle delante. El rechace la cayó a Gameiro, que seguía atento la jugada. Pero el disparo se le fue al poste por un meñique. Sin embargo, pese a los eslaloms y cambios de velocidad del portugués, el drama continuaba a sus espaldas. Doménech despejó un trallazo de Oier, cómo no, consecuencia de otro desajuste tras un saque de banda esquinado. Y de otro error llegó el penalti. Guillem Molina, que seguía en el campo porque Oliva entró por el tocado Racic, saltó en el área con la mano abierta. Una infracción indetectable en Segunda B pero no en Primera para el VAR. Doménech, que coronó su performance haciendo dominadas sobre la larguero, adivinó el disparo. Alegría que duró poco. En el saque de esquina, otro penalti. A falta de una mano en esta ocasión fueron dos, las de Diakhaby y Wass. De nuevo Doménech empezó a hacer aspavientos, pero Roberto Torres se desquitó con un tiro ajustado previa paradinha.

Ya no había nada que hacer. Entró Kang In, que tuvo una buena falta a la que le faltó que Cutrone la rebañara. Pero fue Osasuna, pese al carrusel de cambios de Gracia, quien estuvo más cerca del cuarto que el Valencia del segundo. Doménech, con reflejos, salvó la goleada con una parada a bocajarro ante Budimir. Osasuna, con 40 puntos, celebra sobrado su permanencia. Al Valencia, con 35, le quedan seis jornadas para no dejarse arrastrar.