Desde el anuncio del nacimiento de la Superliga, solo se habían escuchado dos voces azulgranas: Gerard Piqué y Ronald Koeman. El central azulgrana se posicionó contra una apuesta que cree que «no sería positiva» y acabaría «destrozando el sistema» . El técnico coincidió con el zaguero en que este deporte «es para los fans». Cuatro días después Joan Laporta habló por primera vez de la iniciativa, que él considera que sigue en pie pese a la marcha de casi todos sus impulsores. Tres días después del comunicado en el que se sumaba a la Superliga, el club emitió otro abogando por reconsiderar el planteamiento del torneo ante la «reacción social».

«Tenemos una posición de prudencia. Es una necesidad, pero la última palabra la tendrán los socios. Los clubes grandes aportamos muchos recursos y debemos dar nuestra opinión respecto al reparto económico», dijo el presidente azulgrana a TV-3. «Si esto va acompañado de una competición atractiva, basada en los méritos deportivos, también es importante. Evidentemente somos defensores de las ligas estatales y estamos abiertos a un diálogo abierto con la UEFA siempre. Necesitamos más recursos para que esto sea un gran espectáculo. Creo que habrá concordia institucional».

Laporta incidió en que la Superliga sigue en pie, pese a la marcha en masa de casi todos los fundadores. «Ha habido presiones que han hecho que algunos clubes se retiraran, pero el hecho por el que ha habido esta propuesta sigue existiendo: hacen falta más recursos. Hacemos inversiones importantes, los salarios son muy altos y se deben tener en cuenta estas consideraciones, teniendo en cuenta los méritos deportivos».

Horas después el Barça emitía un comunicado en el que, ante la «reacción social» al proyecto, postuló «reconsiderar, en su caso, y en lo que resulte necesario, el planteamiento y la fórmula propuesta inicialmente». Recordando el blindaje legal que ha dado ya un tribunal al proyecto, consideró que «estaría fuera de lugar que el necesario proceso de reflexión y debate se establezca bajo criterios de presión e intimidación injustificados». El club remarcó que «se reservó expresamente el derecho a someter tan trascendente decisión» a la asamblea. Y que la decisión de la firma condicionada «se tomó con el convencimiento de que una supuesta renuncia a formar parte de esta iniciativa en calidad de club fundador habría sido un error histórico», evocando la tardía entrada en la Copa de Europa.

Es evidente, que la súper revolución del fútbol europeo afronta sus últimos coletazos. Esa es, al menos, la sensación después de la jornada de ayer, en la que no faltó munición desde todos los frentes. El fuego desatado por el anuncio de 12 de los clubs más ricos de Europa parece sofocado. De los 12 solo quedan dos: el Barça y el Madrid, mientras la UEFA se siente ganadora y La Liga desmiente todas y cada una de las afirmaciones de Florentino Pérez, el principal instigador de un proyecto muerto pero todavía no enterrado.

Denunció Florentino, de nuevo en la medianoche, que se había respondido con demasiado odio a su propuesta. «Amenazas, insultos... ¡Parecía que habíamos matado al fútbol!», exclamó el dirigente en la cadena SER. Efectivamente, para muchos clubs modestos esa faraónica competición suponía poco menos que su abismo. «Quien crea que la Superliga está muerta se equivoca. ¡Parecía que habíamos tirado una bomba atómica!».

En una jornada de fuego cruzado tampoco podían faltar las valoraciones de Javier Tebas. El presidente de La Liga convocó ayer una reunión con 17 clubs de Primera (todos menos Real Madrid, Barça y Atlético) y 22 de Segunda. Tras dos horas y media de encuentro, emitieron un comunicado conjunto en el que rechazaban por «unanimidad» una «liga europea cerrada y elitista», al considerarla «inviable y no deseada».

Luego llegó el turno del presidente de la patronal. No lo hizo como Florentino, para un medio en exclusiva y en la medianoche, sino con una rueda de prensa telemática internacional, acompañado de los presidentes del Sevilla, Betis, Villarreal, Valencia y Levante. «Una Superliga sin ingleses, alemanes y franceses está muerta. Si fuera tan buena no la habrían hecho a escondidas, en la clandestinidad», proclamó.