El Levante perdió en Balaídos su cuarto partido consecutivo, la peor racha con Paco López en el banquillo. Pese a que el técnico abrió las ventanas para que corriera el aire, los granotas no encontraron el punto de inflexión a su racha negativa. La crisis sigue en marcha. Y las causas que la explican son variadas. Empiezan por su falta de contundencia, especialmente en ataque. Y acaban con la necesidad que precipitó en Vigo una revolución en el equipo titular. Con todas sus lecturas intermedias, el movimiento de fichas salió bien. Sobre todo en la primera parte. Sin embargo, saltó a la vista que con la mejoría en la imagen iba a ser insuficiente. Cárdenas y Cantero expandieron la buena onda de De Frutos, lo que permitió al equipo ganar en hambre y mordiente. Pero milagros tampoco. Al espacio, el Celta encontró mil y un caminos hacia la portería, mientras que el ataque volvió a ser un valle de lágrimas. No entra el balón, ni siquiera cuando Roger lo tuvo en boca de gol. La permanencia aún no es matemática.

Ni un minuto hizo falta para constatar el propósito de enmienda con el que el Levante arrancó el partido. Clerc metió un centro envenenado cuando apenas habían transcurrido unos segundos desde el pitido inicial. Y repitió a la siguiente jugada, de nuevo llegando suelto por la izquierda. Tan bien arrancaron los granotas que a los cinco minutos ya deberían haber estado por delante. Murillo falló estrepitosamente en su cesión atrás y Roger le robó la cartera. Sin embargo, el pase de la muerte se le quedó corto al Pistolero. Habría sido un estreno glorioso para Cantero, al que se adelantaron los centrales en su desmarque al primer palo. Bajaron ligeramente a partir de ahí los granotas, que cedieron dos oportunidades muy claras. En la primera Nolito se posicionó horrible y remató aún peor un centro tenso de Aspas. En la segunda, Cárdenas demostró de qué pasta está hecho al aguantarle de pie un mano a mano a Iago Aspas. Tras un pase filtrado de Denis, la picadita murió mansa en sus manos. El portero catalán no es solo lo que para, sino lo que transmite, una insultante sensación de seguridad para todos. Porterazo.

Las expectativas de una revolución después de la sonrojante derrota contra el Elche habían empezado a confirmarse precisamente con Cárdenas bajo palos. Pero hubo más. Postigo jugó de lateral derecho y arriba, la gran noticia, fue la alternativa a Cantero. El chaval, con ficha de primer equipo la próxima temporada, se liberó de la espina que llevaba clavada desde la vez que le tocó dar media vuelta cuando iba a entrar en convocatoria. Se trataba de cortar la deriva de raíz. Y Paco López, harto de llevarse también los palos que son para otros, no se cortó. Era un partido para eso además de para enviar mensajes. La diferencia fue que sus palabras, más duras aún dentro del vestuario que en la sala de prensa, coincidieron con sus decisiones. El rendimiento condicionó el once y los cambios. Con la gestión de grupo a un lado, lo más significativo no estuvo tanto en las novedades como en las ausencias. Se quedó aparcado Morales, nada por lo que llevarse las manos a la cabeza en vistas de su pico de forma. Pero el mensaje caló también en el lateral derecho con la desaparición súbita de Coke y Son.

Un tiro de Melero que casi coge en un renuncio a Iván Villar dio continuidad a la buena disposición del Levante tras el descanso. Dinámico con el balón, el centrocampista ayudó a que el equipo fuese más vertical y profundo, con pista para despegar por las alas. En una de las fugaces apariciones por la derecha de De Frutos, Tapia se lesionó tras aguantarle un sprint. Al segoviano le siguió la pista el debutante Cantero, con tendencia a arrancar desde la izquierda. Su carta de presentación no caerá en el olvido. Está fuerte, tiene un tren inferior potente y desparpajo le sobra. Después de rozar el gol, en su mejor acción le tiró un caño a Aidoo. La jugada la acabó con disparo, aunque su rosca fue mansa para Iván Villar. Sin perderle nunca la cara al partido, el Celta se empeñó en bombardear la espalda de Clerc. Y por ahí llegó el gran sobresalto con el descanso encima. Duarte cometió un penalti tonto al que Santi Mina puso una dosis de teatro. La revisión del VAR no estuvo en la patada que Latre vio en directo sino en la posición de Mina, que arrancó en fuera de juego. Clerc tocó el balón pero el árbitro acabó considerando tras chequearlo en el monitor que fue apenas un roce involuntario. Alivio.

También la segunda parte arrancó con el Levante en boca de gol. Un centro de Clerc volvió a estar en el origen de todo. Roger no llegó a tiempo de embocarla entre dos centrales después de que Cantero no llegase a cazarla. El Celta replicó rápido con una asistencia de Aspas que Brais remató sutilmente con un giro de tobillo para superar la salida de Cárdenas. Fue un golazo sin excusas, aunque Clerc y Bardhi pudieron hacer más que contemplar el pase de Aspas. El Levante se rehizo y siguió generando ocasiones. De Frutos, cada vez más entonado, se echó al equipo a la espalda. Dos cabezazos, uno al que no llegó Duarte y otro que se le escapó fuera a Melero, fueron dos de las llegadas más claras. Entre medias, Cárdenas se desquitó con Brais sacando la siguiente que tuvo tras el gol. Fue el enésimo balón al espacio para un mano a mano al que el portero llegó con el recuerdo fresco y dejó el pie atrás. Se demostraba que a la espalda de la defensa se abría un abismo. Así llegó el gol de la sentencia, con un remate a bocajarro de Solari tras una triangulación sin fuera de juego en el inicio. Había entrado Rochina por Bardhi, uno de los más desenchufados no solo en Vigo. El valenciano rompió por detrás pero en lugar de avanzar probó un remate al limbo desde la frontal. Pero no hubo más. Tras el segundo gol, el Levante ya no se rehizo. Morales, Sergio León y Miramón entraron para frenar la caída pero apenas aportaron un cabezazo del Comandante. El partido estaba perdido. Otro más.