El Individual de Escala i Corda nació hace 36 años, en plena época de recuperación de este deporte. Era, para muchos «trinqueters», una idea descabellada en un tiempo en que todo en la pelota profesional giraba en torno a la apuesta. Los trinquetes, como decía el propio Juliet, eran «casas de juego». Los pelotaris no se esforzaban por el triunfo si no tenían la recompensa de las tradicionales propinas. «Demà serà un altre dia…». Un espectador nuevo no podía entender la paciencia de los habituales hasta que se pegaba la «cabotà», es decir, entraban los dineros de los padrinos en cantidad suficiente para que valiese la pena jugar en serio. La pelota profesional de hoy nada tiene que ver con aquella. Ha colaborado en ello la presencia de las cámaras de televisión que han arrastrado hacia el espectáculo puro y duro.

Y el Individual, considerado como el campeonato cumbre, el más deseado por un pelotari, tampoco. El Individual de entonces superó el síndrome de las apuestas, caló en el alma de los pelotaris y de los aficionados. Jugaba Genovés y no tenía rival. Accedía directamente a la final y nadie dudaba de que a pesar de estar entrado en años, nadie le podía toser. Vino después Sarasol y la diferencia con el segundo fue notable. Tras el paréntesis de la gesta de Grau llegó la época de Álvaro, que fue favorito durante varios años consecutivos. Y Soro III. Llegó Puchol II y parecía ser capaz de marcar diferencias notables. Un jugador con unas cualidades perfectas, que combina potencia, elegancia y sabiduría. Y sin embargo su papel de favorito no es tan diáfano.

Sucede que asistimos a la irrupción de una nueva y numerosa generación de jugadores de extraordinario nivel que han apretado las diferencias existentes entre los pelotaris de élite. Puchol II partirà ligeramente favorito pero hay un buen número de pelotaris capaces de plantarle cara. Pueden aspirar al título media docena de jugadores cuyas fuerzas andan parejas, como Salva Palau, Marc, José Salvador, De la Vega, Giner, irrumpen entre los más grandes, y con fuerzas y calidades suficientes para medirse a consagrados como Pere Roc, Genovés II, Soro III y el mismísimo Puchol II. El Individual, que se acerca a la cuarentena aparece como una competición más abierta que nunca.

Algo parecido sucede en el raspall donde la irrupción de Tonet IV, actual campeón, ha revolucionado a la afición y parece capaz de todo, sin temor a la experiencia y poderío de jugadores como Moltó, Marrahí, el poderoso saque de Ian o Vercher y de otros compañeros que en cualquier momento pueden aspirar a todo pues hay una extraordinaria generación de figuras.