El 1-1 contra Polonia golpeó la confianza de la selección española, dirigida hoy a una situación límite frente a Eslovaquia en el estadio La Cartuja de Sevilla, obligada a ganar para no depender de nadie más que de sí misma y enfrentada contra el fracaso, en una reválida decisiva para Luis Enrique Martínez y un grupo de jugadores todavía bajo la duda.

Con esa incertidumbre, en el modo imprevisible que ha adoptado en esta Eurocopa 2020, sin gol en ataque, sin contundencia en defensa, incapaz de ganar aún -ni a Suecia ni a Polonia- y, ni mucho menos, actuar como la favorita que se presuponía al principio y que ahora no aparenta en absoluto, España necesita resurgir de inmediato.

O reacción o eliminación. No hay términos medios para ella a estas alturas tan tempranas de una competición que no admite un exceso de despistes ni concesiones. O un nivel por debajo de lo esperado. Ya ha agotado casi su margen en ese sentido a la mínima expresión; a la victoria como la única vía segura hacia los octavos de final. No estar ahí sería un batacazo sonoro. Sin ningún matiz.

Aún tiene tiempo: un triunfo asegura la clasificación sin atender a otros marcadores. Si gana a Eslovaquia y Polonia a Suecia será primera de su grupo. Si vence por más de un gol y Suecia nada más empata, también comandará el cuarteto. Pero hay una excepción: si el equipo escandinavo logra los tres puntos, ella será segunda.

El liderato ofrece dos ventajas: primero, casi siempre un rival más accesible -en su caso, un tercero- y, segundo, un descanso que no tendría si fuera segunda o tercera del cuarteto. Hay una diferencia de un día según sea el puesto. Si es primera jugaría el martes 29, si es segunda el lunes 28 y si es tercera el domingo 27.

Según ha sido hasta ahora el desarrollo de los restantes grupos, incluso a España también le bastará el empate siempre que no gane Polonia a Suecia. Esa combinación, con tres puntos, la situaría entre los cuatro mejores terceros por diferencia de goles (0 en su caso), aunque con la alerta que supone enfrentarse en los octavos de final a Bélgica o Países Bajos. La derrota supone su eliminación.

España se ha acostumbrado al empate, seis en sus últimos nueve duelos -o tres victorias en los diez más recientes- a las órdenes de Luis Enrique, también en el foco por su elección de la lista, su selección de cada once, sus cambios y, sobre todo, los resultados; la única realidad irrebatible en un torneo de la dimensión de éste.

Ya sin bajas, él debe buscar las soluciones. Del primer once al segundo, del 0-0 con Suecia al 1-1 con Polonia, sólo alteró un nombre y una posición de la alineación (Gerard Moreno por Ferrán Torres). De entonces a ahora se prevé algún cambio más. Uno es seguro: la irrupción del capitán Sergio Busquets como titular.

Ya superada la Covid-19, reintegrado al grupo desde el pasado viernes, el duelo de este miércoles es el momento del único campeón del mundo de toda la lista, de la jerarquía de sus 123 partidos y del fútbol con el que es capaz de manejar la transición defensiva y ofensiva desde el medio centro. Él apunta como una de las novedades.

La posibilidad de Gayà

Puede haber más. Por ahí surgen las posibilidades de José Luis Gayá, César Azpilicueta -si decide adelantar la posición de Marcos Llorente, que hasta ahora ha jugado de lateral derecho los dos choques- o Thiago Alcántara. También Ferrán Torres, por la capacidad goleadora que ha demostrado en sus 13 partidos como internacional.

Enfrente, Eslovaquia invocará a las hazañas del pasado para volver a tener éxito en el presente en un duelo clave por su existencia en la Eurocopa. No es la primera vez que el combinado centroeuropeo se enfrenta a una última jornada decisiva en una fase de grupos. En sus dos únicas participaciones en grandes competiciones, salió victorioso de una situación similar. Tanto en el Mundial de Sudáfrica 2010 como en la Eurocopa de Francia 2016, Eslovaquia se jugó su pase a octavos en el tercer partido. En ambas ocasiones, logró su objetivo.