Inglaterra nunca ha estado tan cerca de hacerse con la Eurocopa y este domingo, 55 años después de una última final disputada, ganando la Copa del Mundo de 1966, la actual hornada de los ‘Tres Leones’ aspira al título que nunca consiguió, y tendrá enfrente a una Italia reconstruida, ganadora de nuevo, y que ya sabe lo que es saborear el cetro continental.

Wembley decide la gloria

Los ingleses de Gareth Southgate han aprendido de los errores del Mundial de Rusia 2018 para escapar de las semifinales, su tope desde 1966, y llegar a una final que se presentan como una alfombra roja hacia el trofeo. Jugarán en casa, ante más de 60.000 espectadores y sin la posibilidad de que la afición rival pueda venir hacia Londres. Tendrán los italianos que confiar en su hinchada asentada en Inglaterra, algo que ya les valió contra Austria en octavos y contra España en semifinales. En lo futbolístico Southgate ya ha encontrado su once tipo, pese a la cantidad de variables con las que juega. Declan Rice y Kalvin Phillips son imprescindibles en el medio del campo, así como Luke Shaw, John Stones, Harry Maguire y Kily Walker en defensa. Mason Mount ya ha vuelto a la titularidad tras su aislamiento, mientras que Raheem Sterling, tres goles en el torneo, y Harry Kane, cuatro, sin insustituibles. Southgate ha confiado en Bukayo Saka en dos de las tres eliminatorias y podría volver a hacerlo para la final, aunque en su puesto también podrían entrar Phil Foden, Jadon Sancho o Jack Grealish, todo alternativas de calidad para servir balones a Kane.

Wembley decide la gloria

Italia llega a Wembley a completar un trabajo empezado hace tres años con Roberto Mancini. El técnico italiano recogió a un equipo hundido, sin ideas ni confianza y lo convirtió en un grupo que este domingo peleará por la gloria europea. «Solo un loco dijo hace tres años que podíamos llegar a este punto, y es Mancini. Siempre creyó en nosotros. Somos un grupo maravilloso, y llegar a este punto tras tanto sufrimiento es algo extraordinario», afirmaba el centrocampista Federico Bernardeschi tras ganar la semifinal en la tanda de penaltis contra España.

Wembley decide la gloria

Con la fuerza de la tranquilidad, con su liderazgo y trabajo, Italia ha actualizado su juego, dando un paso adelante, atacando más y jugando mejor, sin olvidar su ADN y la atención defensiva, la base de los anteriores cuatro Mundiales y de la Eurocopa de 1968. La guinda puede llegar este domingo en Wembley, donde Mancini confirmará al 4-3-3 visto en las semifinales, con Gianluigi Donnarumma en la portería, detrás de Giovanni Di Lorenzo, Giorgio Chiellini, Leonardo Bonucci y Emerson Palmieri.

Wembley decide la gloria

Intocable el trío del centro del campo, compuesto por Nicoló Barella, Jorge Frell Jorginho y Marco Verratti, mientras que el tridente lo formarán Federico Chiesa, Lorenzo Insigne y Ciro Immobile.

Es la cuarta final para Italia en una Eurocopa, tras la que ganó a Yugoslavia en 1968 y las que perdió en 2000 contra Francia y en 2012 ante España (0-4).

El ritual de «olvidar» a Vialli

Desde hace tres semanas todos los viajes de la selección italiana hacia la sede de sus partidos de la Eurocopa empezaron de la misma manera. Todo el equipo sube al autobús, excepto el jefe de delegación Gianluca Vialli. El autobús sale, recorre unos metros y se detiene para esperar a su talismán. El ritual ha «funcionado» hasta este momento e Italia lo repitió este sábado antes de viajar a Londres para jugar la final de la Eurocopa contra Inglaterra. Todo empezó con un error real. En víspera del Italia-Suiza de la segunda jornada de la Eurocopa, la expedición de Italia salió de Coverciano sin Gianluca Vialli y tuvo que regresar para recoger a su jefe de delegación antes de desplazarse al Olímpico de Roma. El partido con Suiza acabó 3-0, con una prestación excelente, e Italia, con una mezcla entre superstición y ganas de bromear, lo repitió en todas las vísperas de sus encuentros.