La primera partida del actual Trofeo El Corte Inglés enfrentó al equipo de Godelleta con Chato II, Mingacho, Zanón y Montroyero al de Mislata con Bellever, Masca y los hermanos Periña. Fue el 13 de julio de 1976. Aquella partida enfrentaba a un joven equipo en plenitud, que a la postre sería campeón, frente a una formación de jugadores con más de cuarenta años, que habían decidido inscribirse para disfrutar de la pelota de vaqueta en la calle. Un torneo, entonces denominado «Liga Provincial de Pilota Valenciana Modalidad Galocha» que fue el primero que de manera oficial se montaba desde las autoridad deportiva de la entonces Delegación Provincial de Deportes, que acogió a seis pueblos y ocho equipos, y que posteriormente, a partir de 1978 asumiría la Federación entonces presidida por un hombre del frontenis como Roberto Bonora, que tuvo la visión de colocarse en el espacio político temporal de la Transición y ayudar a la expansión del torneo. Tres años de competición permitieron doblar el número de equipos. Hoy hay más de 170 formaciones en diversas categorías, masculinas, femeninas, desde alevines a seniors, en calles, canchas o trinquetes clásicos. Un movimiento deportivo, el más numeroso en clubes y jugadores en el conjunto de la pilota valenciana. Esta tarde culmina con la final clásica entre dos formaciones que provienen de la subcomarca de Les Valls: Quart y Faura.

Fueron precisamente los pueblos del Camp de Morvedre los que ampliaron el horizonte geográfico de la competición en sus orígenes y catapultaron a la legendaria formación de Benavites con Héctor, Gollart y Soriano, que marcó una época y que permitió que surgieran jóvenes aficionados que se interesaron por este deporte y que acabaron en las cumbres: Alvaro de Faura y Dani de Benavites. El torneo que hoy culmina, lo hace en una cancha específica que vino a sustituir en el otoño de 1982 a la vieja calle de El Mesón, donde todo se inició. La Galotxa optó, en general por canchas que intentaran conservar la esencia del juego en la calle. Hoy se juega en muchos trinquetes tradicionales. Y se incorpora la mujer.

La Federació ha preparado un homenaje a los jugadores pioneros locales, aquellos que integraron los equipos de la primera y segunda competición. Algunos ya nos dejaron como Chato II, Silla o Montroyero. Los que hoy reciben ese reconocimiento representan en realidad a aquellos pioneros que sin prensa, ni radio, ni televisión, sin cobrar un duro y pagándose materiales y desplazamientos decidieron representar a sus pueblos y recuperar una vieja tradición. Sin aquellos de Godelleta, Montserrat, Alfarp, Riola, Alcàsser o Mislata no habría hoy final entre varios jóvenes de enorme calidad y potencia física. Por ese valor sentimental estamos seguros de que la Galotxa no morirá, porque ha acumulado demasiadas historias hermosas para que queden muertas en viejos baúles. Como dice Jesus Fontestat, el hombre que la mima en la Federació, «seguimos creciendo porque sabemos renovarnos». De hecho esta modalidad inició el camino de modernización que transformó el juego anárquico de las calles en un deporte de competición reglamentada.

Hoy apuesta, por ejemplo, por la pilota de badana que ha recuperado varios pueblos. El secreto está en no perder la ilusión.