No hay ninguna oferta de traspaso encima de la mesa, Bordalás cuenta con él para el proyecto deportivo y además el Valencia, dispuesto a satisfacer la voluntad de su entrenador, no solo quiere retenerlo sino también renovarlo y que continúe más allá de lo que marca su contrato: junio de 2022. Sin embargo, Wass sigue tensando la cuerda a través de sus agentes. El danés, que aún tiene otra semana por delante de vacaciones tras la Eurocopa, juega al despiste con su intención de cambiar de aires. No ha sido claro en ninguna de sus manifestaciones, ni de manera formal ni informal, y en lugar de serlo lo que está haciendo es estirar tanto la cuerda que ha amagado con no presentarse en la fecha que tiene marcada para hacerlo. Dentro de una semana, para cuando ya estén aquí Maxi y Guedes y no quede ninguno de los internacionales por volver, puede haber lío y además de los gordos. Conformes avanzan las horas se trata de una posibilidad cada vez más real y que va cogiendo cuerpo.

El pulso, de sobras conocido en el mundo del fútbol, es de manual. Recuerda al que él mismo le lanzó en 2018 al Celta para que negociara su salida a Mestalla. Entonces lo consiguió pero la diferencia es que ninguno de los clubes que supuestamente lo quieren ha hecho una propuesta. Ni los de su país, el Brondby y el Copenhague, ni el Sporting ni el Olympique de Pablo Longoria, todos ellos expectantes ante lo que pueda conseguir si va más allá y aplica una postura de fuerza. Fue el modus operandi de Kondogbia con el Atlético de Madrid, aunque los colchoneros pasaron por caja y en todo caso el perfil del danés hace pensar entre sus propios compañeros que nunca llegará a alcanzar esos extremos.

Lo que está claro es que el culebrón promete. Sobre todo porque está por ver, por un lado, cómo encaja Bordalás esta amenaza de rebeldía y, por el otro, hasta dónde se muestra inflexible el club con un futbolista en cuya partida de cartas se ha propuesto no entrar.

La temporada pasada, por minutos y rendimiento sostenido, fue de los mejores y a sus 32 años es injustificable malvenderlo. O, aún peor, que se vaya gratis. Su cotización de mercado, más allá de la contracción por la Covid, está más cerca de los dos dígitos que de los 3-4 millones con los que se ha especulado cuando han surgido rumores de otros clubes. De momento, nada. Ni una oferta.

La partida, especialmente en estos últimos días tras el final de la Eurocopa, se está jugando formal e informalmente a través de mensajes entre el club y sus agentes. Sin nada en claro y con todo envuelto en una nebulosa en la que nadie enseña sus cartas, el siguiente episodio se vivirá cuando el jugador, tarde o temprano, tenga que reaparecer por València.

Hasta el momento Wass no ha dicho explícitamente que se quiere marchar aunque pese a tener contrato en vigor sí que ha asegurado que será una decisión «al 100 % familiar». Las fotos en las que se le veía llevándose de Paterna sus enseres fueron una declaración de intenciones de que no quería volver.

La postura del Valencia hasta el momento es muy firme. Cuenta con Wass y está dispuesto a trasladarle una oferta de renovación para que el hecho de que solo le quede una temporada de contrato no sirva de coartada para una espantada. Esta posibilidad ya se le trasladó semanas atrás, aunque sus agentes no dieron pie a una negociación. El club, de acuerdo con los técnicos, sigue por la labor de materializar ese movimiento y en el caso de obtener un no por respuesta se hará fuerte en su postura de cerrarle la puerta de salida. Para el jugador, salvo que no dé su brazo a torcer y se declare en rebeldía, con el peligro que eso conlleva, solo hay dos salidas: reincorporarse o traer una oferta que satisfaga al club. Habrá más capítulos, eso seguro.