A la vida se vuelve después de muchos meses de hospital, del esfuerzo de médicos polacos y de las intervenciones quirúrgicas de los especialistas neerlandeses. Y se vuelve con una sonrisa y hasta con alguna lagrimilla cayendo de los ojos. Fabio Jakobsen volvió a ganar después de casi morir por culpa de una caída brutal en un esprint de la Vuelta a Polonia. De eso hace un año, una pesadilla terrible, un sufrimiento para él y su familia, que ha acabado con final de novela y triunfo en la Vuelta.

Jakobsen, el triunfo de la vida

Nadie tenía dudas de que la ronda española se resolvería con un esprint en Molina de Aragón. Sin embargo, con 80 kilómetros a recorrer hasta el final, un trío a la fuga iba a cuestionarlo y ponerlo en jaque. El trío lo formaron un valenciano, Joan Bou; un gallego, Carlos Canal y un cántabro, Ángel Madrazo, y llegó a gozar de hasta dos minutos de ventaja entre poblaciones en las que todo queda muy lejos. Madrid está a hora y media en coche y Guadalajara, la capital provincial, a 50 minutos de carretera. Visto y no visto, faltaban 10 minutos para que aparezcan los corredores. Han pasado los guardias civiles con banderines amarillos, peligro algo va a ocurrir, y luego con los rojos, que sirven para que se vean las luces encendidas de los coches que preceden a los ciclistas. A 43 por hora, apenas son 12 segundos, entre el primero y el último del pelotón y unos 20 más si se añaden los coches que van a estela de los ciclistas. Poco más de un minuto; los niños, ni se enteran y el que ha hecho fotos con el móvil, peor todavía.

En la Vuelta la espera transcurre a base de calamares, morcilla, torreznos y jamoncito, pero en el Tour no hay tapa que valga, sino una sombrilla y hasta seis horas de guardia, y si es entre vallas pidiendo favores si hay ganas de ir al lavabo para no perder posición.

¿Identificar a Jakobsen? Imposible a esas velocidades; ni al líder, Rein Taaramäe, que se cae solo en la zona de seguridad de la meta; ni a Roglic, ni a Bernal, ni a Valverde; a nadie, solo el placer de haber respirado, a ser posible con la mascarilla, el aire de los ciclistas. Dos horas después de traspasar Sigüenza, Jakobsen se reencuentra con el triunfo en Molina de Aragón. «Esta victoria es un sueño hecho realidad y solo puedo agradecérselo a los médicos... y a mi familia», dice el neerlandés.