Héctor Cabrera vuelve a lo grande a la élite mundial. Después de una grave lesión de rodilla que le obligó a pasar por el quirófano, el de Oliva se resarció de esa mala suerte para sumar la quinta medalla de la delegación valenciana en los Juegos Paralímpicos. Había dicho en la previa que, si era capaz de sacar un lanzamiento que se acercara a los 62 metros, estaría en la lucha por las medallas. Quedaba lejos de su mejor marca de este año (54.57), pero también había dicho que estaba en condiciones de hacerlo. Afinó el vendaje de la rodilla derecha y en los entrenamientos estaban saliendo las marcas. Era cuestión de atinar en el momento adecuado. En los Juegos Paralímpicos de Tokio. Y sacó un lanzamiento de 61.13 a la primera que le dio tranquilidad, confianza y, al final, el bronce.

Empezó Héctor motivadísimo. Como había avisado, un primer gran lanzamiento fue clave y salió a por él. Y a la primera clavó esos 61,13. Nada más salir la jabalina propulsada, Héctor lo sabía y apretó el puño con rabia. Un lanzamiento que le coloca de nuevo en el lugar del que le sacó la maldita lesión. «Hace año y medio habría dicho que podía pelear por el oro, pero estoy muy feliz, este bronce me sabe como si fuera oro después de la lesión del año pasado y la operación», dijo.

El oro quedó lejos. Se lo colgó el lanzador británico Daniel Pembroke, que en su tercer intento se fue a casi los 70 metros. Inalcanzable. Quedaba por dirimir la plata y ahí estaba dominaba el de Oliva con unas marcas muy regulares. Hasta el quinto lanzamiento, en el que el iraní Ali Pirouj se sacó un 63.47 m.

Esta es la quinta medalla de la delegación valenciana y del Proyecto FER en los Juegos Paralímpicos de Tokio. Ahora, de reojo, Héctor mira a París: «Tras Rio dije que iba a conseguir aquí esta medalla para dedicársela a una persona que falleció en 2016, a mi abuelo. Era un modelo para mí. Y lo he hecho. ¿En París? No descarto lograr una medalla de otro metal, ojalá, pero de momento necesito es descansar».

Por otro lado, el nadador José Antonio Marí alcanzó el diploma tras ser sexto en la final de 100 m mariposa M S9. El valenciano hizo récord de España en una carrera en el agua de altos vuelos. «Tras Rio, pensé en dejarlo. He demostrado que me puedo seguir superando. Agradezco a la Fundación Trinidad Alfonso el apoyo, si no, seguramente no habría seguido», comentó Marí.

Cerca de la medalla se quedó también el ciclista Ricardo Ten, que dio una nueva lección en la carrera de fondo en carretera. En un día con frío y lluvia durante toda la carrera, el valenciano aguantó como un coloso en el grupo de cabeza, entre los deportistas con discapacidad C3 y C2 -él es C1, la categoría de discapacidad más severa- y peleando el bronce hasta la recta final, del que se quedó solo a 10 segundos. No se puede pedir más.