No pudo ser. A pesar de contar 6.300 aficionados en La Fonteta por primera vez desde marzo de 2020, el Valencia Basket cosechó su tercera derrota de la temporada en casa. Feudo en el que todavía no conoce la victoria en partido oficial en el presente curso. Sin embargo, y más allá de la contundencia del resultado ante el Real Madrid (79-93), lo cierto es que el equipo taronja estuvo en partido y compitió de tú a tú hasta el arranque del último cuarto. A partir de ahí, ya fue otra cosa. La desconexión en ese tramo final, en el que sólo hubo un equipo sobre la pista, dejó sin opciones a los locales en un abrir y cerrar de ojos.

Por otra parte, el choque también dejó la lesión de Bojan Dubljevic, que sufrió un esguince en el tobillo izquierdo en el segundo cuarto. El pívot montenegrino, aunque tiro de orgullo para ayudar al equipo el resto del partido, lo hizo muy mermado y hoy será sometido a pruebas para conocer el alcance de la lesión y si podrá participar en el encuentro del próximo sábado en la pista del Hereda San Pablo Burgos.

En lo deportivo, le costó al Valencia Basket cogerle el ritmo al partido y sobre todo a un Tavares que condiciona cada movimiento sobre la pista. Tanto ofensivo como defensivo. Ese desconcierto inicial, acompañado de errores en ambas partes de la pista, lo aprovechó el Real Madrid para instaurar las primeras diferencias (8-15; min. 5). Por si los problemas eran pocos ya por entonces, llegó la segunda falta de Claver, y casi de inmediato el primer tiempo muerto de Peñarroya.

El técnico taronja demandó mayor concentración a los suyos y no dudó en comenzar a mover el banquillo en busca de soluciones. Algunas obligadas como el estreno este curso de Xabier López-Arostegui, que tuvo que entrar por el alero valenciano antes de lo esperado. Sea como fuere, las rotaciones y ajustes del de Terrasa le vinieron como anillo al dedo a los locales, que a partir de ahí encadenaron un parcial de 8-0 (16-15; min. 7).

El Valencia Basket había encontrado el camino desde el triple liderado por Labeyrie y Dubljevic, además de un gran Hermannsson, lo que unido a una mayor consistencia bajo el aro complicaba mucho más las cosas a los ‘blancos’. Así lo entendió también Pablo Laso. Ahora sería él el que pararía el partido e introduciría sus primeras rotaciones. Golpeó su equipo en las siguientes acciones con Abalde y Vukcevic (16-20; min. 19), pero de nuevo Hermannsson y Labeyrie, a los que se sumó Rivero, tiraron del carro para acabar el cuarto tres puntos arriba (23-20; min. 10).

El ala-pívot cubano fue el hombre en el que se ‘refugiaron’ los taronja en el segundo acto. Su desgaste y producción ofensiva mantuvo en partido a los locales en minutos complicados, lo que llevó a La Fonteta a despedirle con una ovación cuando, ya sin oxígeno, pidió el cambio (30-30; min. 15). Y es que pese a los intentos de Laso por desgastar el juego interior valenciano, los problemas reales llegaban desde fuera con hombres como Sergio Llull (39-42; min. 20).

Tras el paso por los vestuarios el encuentro subió considerablemente de ritmo. Ninguno de los dos equipos se guardó nada en un intercambio de golpes que, por momentos, resultó feroz (48-49; min. 23). Así hasta que nuevamente emergió Tavares para desequilibrar la balanza con dos acciones consecutivas (48-53; min. 25). Llegaba entonces la tercera falta del caboverdiano, que se iba directamente al banquillo. Sirvió de poco. El Real Madrid supo encontrar soluciones desde fuera con unos descansados’ Heurtel y Rudy Fernández, o por dentro con Poirier (57-64; min. 29). Afortunadamente, un triple de Claver dejó la renta madridista en cuatro puntos al inicio del último cuarto (60-64; min. 30).

Fue un espejismo. El Valencia Basket entró desconectado a esos últimos minutos, y los de Laso lo castigaron con tres canastas consecutivas de Rudy , Poirier y Heurtel (60-73; min. 32). Peñarroya lo paró, no le quedaba otra, y dio entrada a Dimitrijevic por Puerto. Tocaba tirar de orgullo y buscar la heroica. Pero ante un equipo del potencial del Real Madrid eso son palabras mayores. Y más si la desconexión se prolonga durante demasiados minutos (62-79; min. 34). El parcial de 2-15 hablaba por sí solo. A partir de ahí, y aunque los taronja nunca arrojaron la toalla, acabó el encuentro.