Solo los grandes hospitales consumen más energía y por lo tanto provocan más emisiones de C02 que los pabellones deportivos, muchos de los cuales son edificaciones viejas y obsoletas. En la lucha contra el cambio climático, según la opinión de los expertos consultados, el deporte debe actuar con rapidez pues los daños colaterales de las grandes competiciones sirven para carbonizar cada vez más a la atmósfera, a la vez que las principales multinacionales deben concienciarse en la fabricación de prendas sostenibles y en eliminar los productos tóxicos en las ceras y resinas deportivas.

Según un estudio realizado por la plataforma fitbuildings.org, que dirige el arquitecto italiano Mauro Manca, pabellones deportivos (sin contar los estadios), piscinas y gimnasios provocan una alteración importante de las emisiones de dióxido de carbono que podrían reducirse a más de la mitad si se rehabilitan de forma sostenible.

"El mayor problema -explica Mauro Manca- es el gasto energético. Un pabellón deportivo no puede seguir consumiendo mil kilovatios hora por metro cuadrado, lo que se traduce en facturas de energía de 100.000 euros al año, cuando un hogar corriente no supera los 32 kilovatios. Si conseguimos que estos pabellones se conviertan en edificios sostenibles podríamos estar hablando de un consumo de 100 a 150 kilovatios hora por metro cuadrado". 

El Co2 de los eventos deportivos.

Existen muchos recintos reñidos con la sostenibilidad, incómodos muchos de ellos para los espectadores, construidos hace años o rehabilitados a base de parches, que son una amenaza climática. "Un pabellón sostenible es un edificio sin barreras arquitectónicas, con vestuarios que fomenten la igualdad de géneros, lo que quiere decir que los femeninos tengan las mismas dimensiones que los masculinos, con la mejora de la calidad del aire, y más ahora debido a la pandemia, con la eliminación de materiales sintéticos que al gastarse desprenden partículas tóxicas y con una buena climatización".

Enrique Zaragoza lleva años luchando por un deporte más ecológico. Es licenciado en educación física, vive en Berlín y ha recorrido Alemania dando charlas en centros educativos para concienciar sobre la sostenibilidad en el deporte. Ha asesorado, además, a deportistas comprometidos con la naturaleza como Kilian Jornet. Explica que los grandes eventos provocan un desastre por las emisiones de C02 y que hasta el 80 por ciento de las mismas están causadas "por el desplazamiento de los aficionados y deportistas desde sus países de origen al de la competición, circunstancia que aumenta de forma considerable cuando el torneo se disputa en varias sedes, como ha ocurrido este verano con la Eurocopa de fútbol".

"El deporte debe convertirse en una práctica más sostenible y para ello necesitamos la colaboración de las multinacionales, que hagan más prendas reciclables, y de los organizadores de las grandes competiciones para que entreguen vales de transporte público a los aficionados, o se comprometan a restablecer en la naturaleza la parte correspondiente a las emisiones de C02 que han generado, plantando árboles, por ejemplo, en algunas zonas del planeta», explica Zaragoza.

Ceras, resinas y lubricantes

Otro grave problema viene ocasionado por la fabricación de ceras, resinas y lubrificantes de alto contenido tóxico: ceras para las tablas de esquí alpino que contenían flúor, por ejemplo. Estas ceras, al menos en Europa, ya han sido prohibidas por la FIS (Federación Internacional de Esquí). "Un flúor que se quedaba en la nieve y que con el deshielo iba a parar a los ríos de donde beben los animales. Ahora existen ceras ecológicas, fabricadas a partir de la soja, que no contaminan y que no son mucho mas caras que las tóxicas", explica Guillem Capellades, fundador de NZero, empresa catalana que fabrica y exporta este tipo de ceras ecológicas a países como Alemania y Suecia.

"La sostenibilidad contribuye al rendimiento económico, ambiental, ético y social. Por ello hay que proteger el entorno de una estación de esquí", explica Víctor Torres, responsable ambiental de Grandvalira, en Andorra.