Los foros ciclistas llevaban meses esperando el duelo. Había cierta preocupación porque Mathieu van der Poel se había lesionado y no se sabía cómo llegaría, de qué manera y hasta si acudiría a lo que ya se había bautizado como el 'Boxing Day' del ciclocrós, lo que no se veía desde el Mundial celebrado en enero y lo que se aventuraba como el primer enfrentamiento entre el nieto de Raymond Poulidor y su gran contrincante y rival Wout van Aert, los dos prodigios no solo del barro, de las ruedas gordas, sino de gran parte del ciclismo, al margen de la modalidad, a lo largo de la temporada... hasta en el Tour.

La cita era en Dandermonde, uno de los templos del ciclocrós, en Bélgica. Y el escenario presentaba todos los atractivos para que el encuentro cicista fuera espectacular: barro, charcos, escalones donde era obligado cargar la bici al hombro y arena en la que se debía ser más equilibrista que corredor.

Salida espectacular

La salida ya fue espectacular. Semáforos rojos y verdes, tal cual fuera la partida de un gran premio de Fórmula Uno. Al no disponer de puntos en la Copa del Mundo, Van der Poel salía desde lo que se podría denominar como la tercera línea de la parrilla. Y en un plisplás, a rueda de su hermano David, ya se colocó entre los cinco primeros con un Van Aert que partió más conservador hasta que en la tercera de las ocho vueltas al circuito, donde se completaba un total de 20 kilómetros, el ciclista belga del Jumbo puso tierra (o mejor dicho barro) de por medio.

Van Aert se está mostrando intratable esta temporada invernal en la que todavía no se había enfrentado a Van der Poel. Ha disputado cuatro ciclocrós y los ha ganado. Van der Poel, el actual campeón de la especialidad, poco le importa caer ahora derrotado ante el otro gran titán de la modalidad. Se conforma con ganar el 30 de enero el Mundial en EEUU.