Veo las imágenes de la final del Trofeu de Nadal que recuerda a aquel alcalde de Benidorm, enamorado de la pelota que fue Vicente Pérez Devesa, homenajeado por la Fundació y por el Ayuntamiento de Benidorm. Es un gozo ver las gradas del trinquete con la partida que enfrenta a Pere Roc y Héctor contra Francés y Pere, cuatro jugadores de las comarcas del sur, que en los últimos años, pongamos diez o doce, llevan aportando al mundo profesional una gran cantidad de primeras figuras, como las cuatro que protagonizaron esta partida. Vencieron los primeros, como pudieron hacerlo los segundos pues el resultado fue muy ajustado: 60 a 50. La noticia no es el triunfo de estos jugadores, pues ellos ganan o pierden, en la amplia cantidad de torneos cuadrangulares que se esparcen por la geografía valenciana a lo largo del calendario. Esta vez de una manera especial porque siempre se disfruta más cuando hay tanta expectación. La noticia , por sorprendente, es que ese trinquete, siempre tan lleno de cemento se vio poblado hasta rozar el lleno. En realidad uno solo ha visto ese trinquete a reventar en aquel desafío de raspall, primero de los tres que enfrentó a Genovés y Pasqualito contra los mejores del raspall.

LA AFICION RESPONDIÓ EN NAVIDAD

¿Qué ha sucedido para esa gozada de ver las gradas llenas, a pesar de la pandemia? Algo muy sencillo pero sintomático: la presencia en los actos organizados de las escuelas de pelota de Benidorm, La Nucia, Alfàs del Pi, Sella, Relleu, Vall de Laguar y Petrer. Todas ellas se fusionaron en el espectáculo de la final, lo que unido a la identificación sentimental de cuatro jugadores de aquellas comarcas: Pere Roc de Benidorm, Héctor de La Vall de Laguar, Francés de Petrer y Pere de Pedreguer, completaron las razones fundamentales de ese éxito de público. Los clubes de las escuelas citadas son un ejemplo de buen hacer pues han aportado y aportan a este deporte nuevas figuras que garantizan su supervivencia en el futuro.

No podemos olvidarnos del éxito de público en la final del decano de los torneos navideños, el que se juega en Pelayo. Hubo una magnífica respuesta de público, que sorprendió a casi todos. En estos tiempos difíciles reconforta comprobar cómo los aficionados no se han olvidado de este deporte y acuden cuando el espectáculo vale la pena. En Benidorm y en Pelayo valía la pena.