El Gobierno de Australia no dio el brazo a torcer. Novak Djokovic, salvo que prospere la impugnación que sus abogados han presentado ante la Corte Federal, será expulsado del país después de ser detenido y devuelto de nuevo al hotel para ciudadanos a punto de ser deportados. El numero uno del mundo debe comparecer ante el Tribunal Federal el domingo por la mañana (hora australiana) y, si los jueces no dicen lo contrario, después se verá forzado a tomar un avión de regreso a Serbia sin poder disputar el Open de Australia, sin poder aspirar a la décima victoria en el torneo y sin opción de conquistar su 21º Grand Slam. El Gobierno ve al tenista como una amenaza para su política sanitaria porque su presencia puede avivar al movimiento antivacunas contra el covid-19, según muestra un documento publicado este sábado.

En este informe, el ministro de inmigración australiano, Alex Hawke detalla las razones por las que decidió, tras cinco días de consideración, suspender el viernes el permiso de entrada al deportista, que llegó al país con una exención médica al no estar vacunado. El ministro admite que la presencia de Djokovic, quien según documentos médicos superó la enfermedad en diciembre, representa un riesgo "insignificante" de propagar el virus, pero argumentó que si se le permite quedarse en el país puede avisar el sentimiento de las personas que se oponen a vacunarse.

Protestas por su detención

A Djokovic se le vio en alguna fotografía en el interior de un vehículo blanco que salió de las oficinas de sus abogados en Melbourne al que dos coches policiales le abrían paso. El tenista aparecía enfundado en un chándal verde y una máscara. En el exterior del Park Hotel aguardaban algunos seguidores del tenista, que protestaban por su detención, aunque la zona se fue llenando de más gente a medida que trascendió que volvía a hospedarse allí el tenista serbio. El domingo será escoltado por la policía desde ese mismo hotel hasta la sala donde se celebrará el juicio que debe terminar con todo este serial.

La faceta deportiva de todo el entuerto que ha supuesto el viaje de Djokovic a Australia ha quedado en un segundo plano, puesto que ayer los abogados gubernamentales explicaron que la principal causa por la que el ministro de Inmigración, Alex Hawke, le había anulado el visado era para impedir que el jugador serbio se convirtiera en un símbolo de los antivacunas, en un país que, como el resto del mundo, está azotado por el ómicron y con un altísimo índice de personas inmunizadas. El 91,4% de los australianos ha recibido la doble pauta de vacunación.

Emblema del deporte mundial, la carrera de Djokovic, de 34 años, ha sufrido el azote de la reputación que difícilmente le habría provocado la peor de las derrotas en la pista. Además, con el agravante de las dudas que ha provocado su actuación en todo este caso. Olvidó decir a los agentes de la aduana australiana que había viajado a España antes de volar a Melbourne, fue a actos públicos en su país sin mascarilla y hasta concedió una entrevista al diario 'L’Équipe' estando contagiado, lo que ha llegado a irritar a una de sus más fervientes defensoras, la primera ministra de Serbia, Ana Brnabic.

Arresto pactado

Djokovic aceptó ser detenido en Melbourne, en un lugar pactado por sus abogados para impedir el impacto mediático de unas imágenes que habrían recorrido todo el mundo. No había otra opción, después de que este viernes, el juez de Melbourne Anthony Kelly, el mismo que le devolvió el lunes el visado retirado en el aeropuerto, ordenase que tras prestar declaración fuese conducido de nuevo al Park Hotel, un establecimiento hotelero convertido ahora en centro de reclusión para las personas que están pendientes de deportación.

La organización del Abierto de Australia lo mantuvo este viernes como primer cabeza de serie, sin tocar el cuadro que deparó el sorteo. Pero, enfrente, está un gobierno decidido a que no juegue, a no dar opción a las voces que lo han convertido en símbolo de una supuesta libertad por no querer vacunarse contra el covid. Y, encima, si pierde el caso se arriesga a que le prohíban la entrada en Australia hasta 2025.

La justificación gubernamental

"Era necesario cancelar el visado por el interés general del país y porque los australianos esperan que los protejamos por todos los sacrificios que han hecho durante la pandemia. Somos uno de los países con más alto porcentaje de vacunados. Se le ha anulado el visado por motivos de salud", defendió Scott Morrison, primer ministro de Australia, en un caso que ha supuesto un desgaste para su gobierno en un año electoral.

En la misma línea habló el titular de Inmigración. "Se le ha retirado el visado por razones de salud y porque debemos proteger nuestras fronteras, sobre todo en la lucha contra el covid 19", argumentó Alex Hawke.

"Era necesario cancelar el visado por el interés general del país", afirma Scott Morrison, primer ministro de Australia.

El texto de la cancelación. EP

Djokovic está a punto de perder un partido que llega con una pandemia que apenas da descanso como sucede entre los juegos de un set y sin apenas tenistas que lo hayan defendido. Ninguna de las grandes raquetas ha hablado a su favor. Han guardado silencio Roger Federer o Daniil Medvedev (número dos del mundo) o lo han censurado con más o menos dureza Rafa Nadal, Andy Murray y Stefanos Tsitsipas, cuarto del mundo. Djokovic ha estado muy solo en un viaje a ninguna parte.