Garbiñe Muguruza tiene el pleno con 10 victorias en 10 participaciones en el Open de Australia. Nunca ha fallado en su estreno en el torneo y este martes ha mantenido el récord ante la francesa Clara Burel (77 mundial) a la que ganó por 6-3 y 6-4.

Campeona en Roland Garros (2016) y Wimbledon (2017), Muguruza ha vuelto a Melbourne dispuesta a aprobar una asignatura que quedó pendiente en 2020 cuando perdió la final ante la estadounidense Sofia Kenin. 

El título de las WTA Finals conseguido el pasado noviembre en Guadalajara (México) y su ascensión a la tercera plaza mundial son razones suficientes para que la tenista hispano venezolana vuelva a contar entre las grandes favoritas al título, no solo en las casas de apuestas, donde pagan por Muguruza 13 euros por euro apostado, solo superada en la cuota por la número uno, la australiana Ashleigth Barty (3,75) y la estadounidense Naomi Osaka (7), sino sobre todo, por sus rivales directas que la respetan y temen.

Menos puntos débiles

"Estar entre las candidatas es genial. Siento que soy una jugadora que no soy cómoda de enfrentarse. Supongo que el palmarés habla por sí solo y que cada victoria y cada título añade más a ese "peso", entonces, quizás sí", valora una Muguruza.

A sus 28 años, se siente fuerte para el reto después de superar una época sin grandes resultados de la que le ha costado salir. En estos dos últimos años, de la mano de Conchita Martínez, ha encontrado la estabilidad, la experiencia y un juego muy sólido en el que cada día hay menos puntos débiles y esos altibajos de rendimiento que tenía de joven.

"Cuando alguien joven tiene éxito se crea una expectación muy alta que acaba por no ser sostenible y que es difícil de controlar, pero hay que pasar por eso", dice .

La presión de los mejores

Muguruza se siente preparada para optar al máximo aunque la presión sigue existiendo y, a veces, admite que le agobia. "Eso siempre es difícil de llevar, pero es la presión de los mejores. Los problemas en este caso son privilegios, así que me digo a mí misma de calmarme y salir a hacer lo mejor posible", explica. 

"Siento que he hecho un buen trabajo después de un año con todos los problemas de las burbujas y las olimpiadas. He intentado descansar y entrenar al mismo tiempo", recalca Muguruza que, este miércoles, buscará el pase a la tercera ronda ante la también tenista francesa Alize Cornet.

Posibles rivales

Su camino hacia la final del 29 de enero no será fácil. Por la parte baja del cuadro Muguruza podría cruzarse en octavos con la joven tenista británica Emma Raducanu, última campeona del Abierto de EEUU o la rumana Simona Halep, exnúmero 1 y vieja conocida; en cuartos de final con la estonia Anett Kontaveit, séptima mundial, a la que ganó en la final del Masters femenino en Guadalajara y en semifinales a la bielorrusa Aryna Sabalenka, número 2 mundial. Pero todo eso son suposiciones y a Muguruza nunca le ha gustado mirar el cuadro del torneo.