‘El Monstruo’ de Medellín era aclamado con banderas colombianas en la meta de Montjuïc. Gritaban su nombre, Sergio Higuita, el ganador de la Volta, y explotaban de júbilo cuando Nairo Quintana, el gran ídolo, se giraba en la meta para dirigirse hacia las Torres Venecianas donde estaba aparcado el autocar de su equipo, el Arkéa.

El ’Monstruo’ solo tiene 24 años y ya ha enseñado el pasaporte como otro valor del ciclismo naciente que está sepultado a cualquier figura del pasado. Ya es un ídolo en su país, hasta el punto de que hace poco más de un año, el más famosos de los deportistas con su apellido, con el que no guarda relación familiar, René Higuita, el portero del ‘escorpión’, lo invitó a comer para conocerlo. Higuita, el ciclista, es pequeño, pequeño, con solo 1.68 metros de estatura, pero no se acobarda ante corredores que lo superan, no solo en estatura, sino en palmarés. Otro más, decidido a sepultar deportivamente a cualquier corredor ‘viejo’, camino de los 30.

Higuita es el que siempre quiso ser ciclista, animado por su padre, cerrajero de profesión, el que quería que su hijo se abriese paso en el ciclismo profesional y el que esta temporada ha fichado por el conjunto alemán del Bora, sin tener el mínimo conocimiento de la lengua germánica, y con el inglés a duras penas. Y se fue al Bora porque fue el único equipo que no le exigió, sí o sí, que disputase el Tour a tope, que fuera uno más entre los 25 que aspiran sin poco éxito a derrocar a Tadej Pogacar como monarca de los Campos Elíseos.

Él deseaba lo que ha sucedido este domingo en Montjuïc, ganar carreras de una semana, prepararse para las clásicas y demostrar que hay pocas rampas montañosas que lo atormentan, que es rápido en las llegadas y, sobre todo, que tiene ese don de inteligencia pedaleando para saber dónde está la carrera, dónde hay que colocarse y adivinar que Richard Carapaz, segundo en la clasificación final, va con malas pulgas cuando trata de ganar la Volta en la penúltima, la maravillosa etapa entre Salou y Cambrils, en un día de ciclismo para enmarcar.

Carapaz, Almeida, Ayuso y Rodríguez

Higuita fue el abanderado entre los nuevos ciclistas, con Carapaz de puente, y marcando el camino a tres jóvenes corredores, un portugués, un alicantino y un andaluz. El primero, Joâo Almeida se vio sorprendido en la gran etapa tarraconense y perdió el jersey verdiblanco, como le sucedió en el Giro 2020 cuando llevaba la ‘maglia rosa’. El segundo, Juan Ayuso, se exhibió con solo 19 años para demostrar que tiene un camino sin recta final por ahora para aspirar al máximo en este deporte. Y el tercero, Carlos Rodríguez tuvo al final que ser sacrificado por el Ineos para marcar el ataque sin éxito que Carapaz realizó en la penúltima de las seis vueltas en el circuito barcelonés, que como siempre fue más animado que efectivo en la clasificación final, que no se movió en una etapa final ganada por el italiano Andrea Bagioli.

Higuita se llevó la victoria en una Volta castigada por este virus que atosiga a los corredores, la ‘gripe del pelotón’, que ha causado al menos el 70 por ciento de las 71 bajas que ha habido en esta ronda catalana, la carrera que comenzó con el monumental susto cuando a Sonny Colbrelli se le paró el corazón en la meta de Sant Feliu de Guíxols. El sábado viajó a Italia para proseguir las pruebas médicas en su país tras dejar el hospital Josep Trueta y determinar si podrá continuar o no como corredor profesional.

La crisis del Movistar

Y ha sido la Volta en la que el conjunto Movistar, tras el abandono de Alejandro Valverde, también maltrecho de salud, ha vuelto a correr en la invisibilidad, como le sucedió en la París-Niza, porque, al menos, en la Tirreno-Adriático Enric Mas se mantuvo peleando por el podio hasta que se cayó en la penúltima etapa. Pero sin Valverde y sin Mas las victorias no llegan. Nadie coge el timón. No hay opciones de éxito mientras otros equipos punteros como el Emirates, el Ineos, el Jumbo, el Bahrein o el Quick Step llenan el cesto de triunfos por todas partes. No funcionan, los chicos jóvenes se van a otras partes. La situación es muy preocupante.