En el grupo de Whatsapp de las pioneras del fútbol valenciano, la alegría era inmensa: «¿Cómo íbamos a imaginar que se iba a llenar algún día el Camp Nou?». La emoción de Merchina Peris, de 61 años, primera mujer que marcó un gol en Mestalla, era la de Tere Saurí, Montse Soler, que llegó a jugar hasta en el Chelsea, María Nohales, Cuca Fandos, Ángeles Olmeda. La imagen tuvo un impacto planetario. Los 91.553 espectadores que presenciaron el partido de Champions entre el Barcelona y el Real Madrid femenino dio la vuelta al mundo. La cifra superaba el récord anterior anterior, cifrado en las 90.195 personas que en el Rose Bowl de Pasadena vieron la final del Mundial de 1999.

Las felicitaciones ante la proeza llegaron de todas partes. De Nadine Kessler, máxima representante en la UEFA del fútbol femenino. También la estrella más icónica, Megan Rapinoe, aplaudía a los asistentes. Un éxito indiscutible. ¿Pero qué muestra la foto del Camp Nou? ¿El triunfo del modelo del FC Barcelona, con una gran inversión, un proyecto arraigado y sostenido en el tiempo, con figuras inspiradoras como Putellas ya pintadas en paredes y murales? ¿Se puede repetir en otros campos? ¿Es una imagen representativa del fútbol femenino español, con una profesionalización no consolidada, con las asimetrías de clubes sin cuerpo médico, como el Rayo, con cuerpos técnicos incompletos o con problemas de cobro? Este periódico ha querido profundizar en ese impacto.

Merchina Peris, que en los 80 se encargaba de llamar todos los domingos por la noche a los periódicos y radios para insistir en informar de los resultados de los partidos de los campeonatos femeninos locales, no alberga dudas: «La imagen es un antes y después absoluto. Era un Barça-Madrid, quizá un clásico prefabricado, pero es una imagen representativa porque son casi cien mil personas. Yo miraba para atrás, a nuestros tiempos, y emociona. Además, este Barça podría competir con muchos equipos masculinos», afirma.

Tere Saurí, de 50 años, historia del Levante femenino, licenciada en Ciencias de la Actividad Física, readaptadora y actual entrenadora en Liga Autonómica, considera que, más allá de que sea una escena difícil de repetir en otros estadios, sí que «rompe para siempre» con un viejo y masculinizado tópico: «Acaba con una de las frases vinculadas al fútbol femenino, que no interesaba. Eso es una mentira. Cuando presentas el partido como toca, en un espacio adecuado, con la publicidad que goza el fútbol masculino, la gente responde. El fútbol femenino interesa a muchísima más gente de la que nos quieren hacer creer. Se dice para que la apuesta mediática o económica sea menor. No. Con el fútbol femenino pasa como con cualquier producto», indica a Levante-EMV.

La imagen del Camp Nou fue la culminación, según Saurí, de un proceso largo y laborioso que ha atraído la atención del público: «Si se vende bien, van al Wanda Metropolitano 56.000 personas, a San Mamés 48.000, en los mundiales en Estados Unidos 90.000, en Francia 60.000. Claro que interesa. Pero hasta ahora no se había vendido».

A las pioneras Peris y Saurí, el partido les impactó sobre todo por la imagen de las gradas. Fue el partido con el que siempre soñaron jugar. «Fue una gran ilusión y una envidia sana, ver un espectáculo así. No solo por las 91.000 espectadores. Había familias, gente de todas las edades. Ese día la camiseta de Alexia Putellas se vendió más que cualquier otra camiseta del Barça masculino», apunta Saurí, que recalca que hubo «espectáculo, goles, remontadas, diversión». «Me impactó por la afición», reflexiona Peris. El público se implicó a fondo: «En el espectador hay normalidad. Me da rabia que no haya pasado en Mestalla, aunque ya tuvimos un impacto fuerte con el derbi contra el Levante UD».

Otro factor es la presencia de referentes cercanos. No hay que irse a Megan Rapinoe, cuando la mejor jugadora del mundo está en casa y ha pasado incluso por las filas del Levante UD. «Tenemos muy cerca a la mejor jugadora del mundo, como Alexia Putellas. Ahora las niñas saben que pueden ser futbolistas, no era algo que todas las familias tuviesen claro. Hay referentes jugando la Copa de Europa y ganándola, jugando en grandes estadios y vendiendo camisetas. Si me esfuerzo, trabajo y tengo talento, puedo llegar», prosigue Saurí.

El récord del Camp Nou debe servir de trampolín, pero sobre una base en la que perduran todavía asimetrías. La diferencia entre clubes es grande, el bloqueo del proceso de profesionalización ha tenido como efecto la pérdida de visibilidad al no televisarse partidos. El marco legal de una nueva Ley del Deporte que proteja más a los clubes es esencial. Peris asegura que el problema «es que estamos ante una liga muy descompensada, con grandes diferencias de presupuesto, entre los equipos que tienen un club profesional paraguas y los que no tienen esa estructura. Incluso hay goleadas que no creo que sean positivas». No obstante, una postal como la del Camp Nou solo puede ayudar: «Es icónica. Pero para que haya igualdad el resto de clubes deben ampliar sus presupuestos, invertir más, hay que avanzar en la profesionalización. Falta más dinero».

En los últimos años, la apuesta institucional y privada ha ido aumentando. València aspira a ser la sede de la futura Liga profesional. La inversión se retroalimenta con un seguimiento cada vez más consolidado: «A la misma hora que el clásico en el Camp Nou, se jugaba en el Antonio Puchades el derbi entre el Valencia y el Villarreal. Toda la grada de tribuna estaba llena, entre semana, y pese al espectáculo televisado del Barça-Madrid», añade Saurí. En esa progresión, la apuesta de firmas patrocinadoras ha sido capital. Es el caso de la empresa de vending Teika, cuyo impulso ha articulado a muchos clubes valencianos femeninos. Su directora de comunicación, Puri Naya, considera que el récord del Camp Nou es la consecuencia «de la consolidación de un gran proyecto que ha arrastrado a una masa social». Naya observa ese cambio de mirada en la mayor atención que, casi a la fuerza, han mostrado los medios convencionales: «Muchos de los grandes periodistas se han girado para observar el fenómeno. Miro el futuro con esperanza. A más de un periodista os tocará ir a más de un partido y aprender más de cuatro nombres», bromea, pero cargada de razón.