La máxima autoridad del autogobierno valenciano, Ximo Puig, recibió ayer a los mejores profesionales del Joc de Pilota en las modalidades de Escala i Corda y Raspall que son los que disputarán el Individual bajo el nombre del Trofeu President de la Generalitat.

Los discursos que se ofrecen en este tipo de actos suelen tener el rutinario formato de agradecimientos, deseos de suerte y muchos ánimos. Pero el Joc de Pilota nos permite saborear palabras cargadas de argumentos que van mucho más allá de las formalidades rutinarias, pues se adentran en la historia sentimental de todo un pueblo que tiene en este deporte un espejo donde extasiarse con la grandeza de la herencia cultural recibida. Por eso la pilota es mucho más que un deporte.

Por eso, el president, Ximo Puig, que llega desde Morella, en los confines del viejo Reino de Valencia, en el cruce de caminos con el viejo Reino de Aragón que mira hacia Catalunya y el Mediterràneo; allá donde se defendieron los fueros con más pasión que en otros lugares, afirmó en esta presentación que cada día que entra en el Palau es consciente de su enorme responsabilidad con todo el pueblo valenciano, desde Morella y La Senia, hasta Guardamar del Segura y que, cuando este Palau de la Generalitat comenzó a construirse en 1421; « ja existía el Joc de Pilota». Grandeza de deporte. Grandeza de historia. Grandeza de protagonistas pelotaris que en breve comenzarán la competición por excelencia, la que determina quien es el mejor. Desconocemos quienes eran los mejores allá por el siglo XIV cuando, como recordó el presidente de la Fundació, disponemos de los primeros documentos escritos que hacen referencia a este juego. Sabemos de figuras ya legendarias de principios del siglo XX. Y a día de hoy disfrutamos de dos campeones de exquisita calidad: Puchol II y Tonet.

Ayer, con otros compañeros de postín, cruzaron el portal que cruzaron hace más de cinco siglos las primeras autoridades del viejo Reino valenciano. Y al igual que aquellos representantes de la nobleza, del clero y de los municipios son conscientes de la enorme responsabilidad que asumen porque ellos forman parte de ese legado sentimental que ya heredaron las paredes levantadas en el centro del ‘cap i cassal’, a unos pasos de la Basílica de la Mare de Deu, junto a las ruinas de la vieja Valentia romana. Puchol y Tonet aspiran de nuevo a proclamarse emperadores del Joc de Pilota.