Camino por la A7 en dirección al sur, el viajero que conoce este deporte mirará atento, quizás melancólico, la colina donde se conserva el viejo trinquete de Rafelcofer cuyas murallas de piedra resisten el paso de los años, desde que se inaugurara en 1937 según investigación de Vicent Malonda y Toni Martí, con una partida en la que Batiste, Pistolo y Carlets, ganaron a Carinyo, Daniel y Coca por 25 a 15.

Atrás quedó la melancolía de un pueblo que se olvidó con el tiempo de este deporte, para recuperar la esperanza al llegar a las puertas de Oliva. Allí, a los pies de la montaña de Santa Ana se inauguró en 1915 un trinquete. Gracias a la iniciativa de Domingo “Llavores”. Y de aquellas paredes surgieron durante más de un siglo una pléyade de pelotaris que han engrandecido el Raspall y el Joc de Pilota.

Oliva apostó por un majestuoso trinquete en el nuevo ensanche de la localidad y que ayer vivió la final del Individual entre el paisano Salelles II y Tonet IV, la indiscutible figura del momento.

Se trata del eterno duelo entre dos poblaciones que son cantera inagotable de la que se extrae el mejor de los mármoles para nuestro deporte. El duelo entre la patria de Waldo y la de Paco Cabanes. El duelo que homenajeó a Sanchis, el mejor “mitger” de la época de los ochenta, aquel que se enfrentaba con su poderosa pegada a la potencia de los mejores restos de su tiempo. Preciosa iniciativa la de homenajear a las leyendas de este deporte, aquellas que han conseguido convertir en bellas esculturas las piezas de mármol de las canteras.

Una de esas bellas esculturas es la de Tonet IV, que cumplió con las intuiciones y se impuso con solvencia a su rival, conquistando su tercer título consecutivo en la especialidad del Raspall. Viendo como se mueve, viendo la calidad de cada uno de sus golpes, con las dos manos, viendo la capacidad de concentración que demuestra en cada segundo del duelo será difícil arrebatarle el reinado. Paco Cabanes, antes de marcharse, preguntaba al padre de Tonet dónde jugaba el chaval cada día. Y le seguía con pasión de paisano y con los ojos de quien conoce dónde hay platino, donde hay pelotari que vale la pena. Tonet engrandece el Raspall y con ello el conjunto del Joc de Pilota. Atrás quedó la melancolía del cierre del trinquet de Rafelcofer en 1960 y se abre camino la esperanza que aporta una nueva generación de pelotaris dispuestos a seguir construyendo la memoria del futuro. El Raspall tiene en Tonet IV a un pelotari para la historia.