Este campeón se erige firme ante su renovado reto y no admite sobresaltos, por mucho que la historia reciente de este torneo dicte que ganar un Mundial lleva implícito naufragar en el siguiente: los cuatro últimos ganadores salidos de Europa habían sido incapaces de ganar su primer duelo de la siguiente Copa del Mundo. Pero Francia se negó ayer a cargar con la maldición del vigente ganador y debutó en Qatar con un gran aplomo, superando las dificultades iniciales que le planteó Australia para después darse un festín a lomos de dos tipos dispares y hermanos a su vez, Olivier Giroud y Kylian Mbappé.

El veterano delantero se marchó hace cuatro años de Rusia con la paradoja de ser el delantero del campeón sin haber marcado un solo gol. Leve espina que en su estreno en Qatar se sacó por completo, anotando un doblete que además le iguala con Thierry Henry como máximo goleador histórico de Francia con 51 tantos. El joven, por su parte, presentó ya su candidatura, aún prematura, a ser una de las estrellas de este Mundial, con un gol y una asistencia y media. Demasiado para una Australia cuya mejor virtud en el estadio Al Janoub fue su voluntad. Poco para un torneo de este calibre.

El gol maracado inicialmente por Goodwin, jugada en la que se lesionó Lucas, solo se quedó en susto para los de Didier Deschamps. Sus pupilos voltearon el duelo antes del descanso con Rabiot y Giroud y sentenciaron tras el mismo mercad a Mbappé y al propio Giroud.