Cuando fichar es más necesario que nunca

Su Valencia se ha situado cerca de las plazas europeas, pero competir con Betis y Real requiere refuerzos en el mercado de invierno

Pascu calabuig. València

La palabra Europa se ha convertido en tabú dentro del Valencia CF de Meriton, ausente de las competiciones UEFA desde los inicios de la pandemia de coronavirus en marzo de 2020. Eliminado de la Copa a manos del Celta de Rafa Benítez, las posibilidades blanquinegras de alcanzar billete para una competición europea se reducen a la clásica vía de la Liga. Una competición en la que la joven plantilla entrenada por Rubén Baraja, que empezó el curso con el objetivo marcado de mantenerse en Primera División, ha superado claramente las expectativas hasta el punto de firmar la mejor dinámica, tras la disputa de 20 jornadas, desde el Valencia de Champions de 2020, herencia pura de Marcelino y Mateu Alemany.

Los límites del grupo de jugadores 23/24, tan rebosante de ilusión, entrega y energía como carente de experiencia e instinto en las áreas, son de sobra conocidos. El Valencia de la quinta del ‘Pipo’ necesita urgentemente oxígeno en forma de fichajes para poder reenfocar con realismo en objetivo en la segunda vuelta de la Liga. Los futbolistas y el entrenador poco más pueden hacer. De hecho, los números incuestionables de la clasificación cargan de argumentos al equipo y, una vez más, señalan a Peter Lim como la rémora de un club que cuenta también con el apoyo incondicional de una masa social propia de los que compiten en la Champions.

A estas alturas de temporada, consumidos 20 partidos de Liga, el Valencia ha dejado atrás la preocupación del descenso. El Cádiz, decimoctavo, al que arrolló hace unos días (1-4), se encuentra 14 puntos abajo. Hoy, los de Baraja están a solo tres puntos del sexto, la Real Sociedad, y a dos del séptimo, el Betis. Una plaza, la séptima, que concedería el derecho de jugar la campaña 2024/25 la UEFA Conference League, si el campeón de Copa se clasificase a través de la Liga para la Liga de Campeones o la Liga Europa.

A pesar de las dificultades que genera la desinversión de Lim -solo uno de los refuerzos del verano, Pepelu, sobresale en un once titular plagado de juventud-, así como la disminución del potencial de la plantilla, año a año, el Valencia actual ha logrado superar llegados al ecuador del mes de enero los registros de los equipos entrenados por Javi Gracia, José Bordalás y Gennaro Gattuso. Hace poco menos de un año, el técnico italiano ya se había dado a la fuga, mientras Voro no podía levantar el vuelo. Los valencianistas bordeaban el descenso, decimoséptimos, con solo 20 puntos, uno más que el Cádiz, en los días previos de la gran protesta que organizó el valencianismo vaciando Mestalla durante 19 minutos en la visita del Athletic Club el 11 de febrero. Los leones de Valverde ganaron 1-2 y el Valencia cayó a puestos de descenso.

El Athletic visitará Mestalla el sábado en un clima distinto. La afición llena el estadio con una asistencia que roza los 45000 espectadores en apoyo de un equipo que hasta los triunfos en Vallecas y Mirandilla se sustentaba en casa. «Este vestuario está más comprometido y centrado que nunca en mejorar y crecer para daros más alegrías en la Liga. Seguimos. Juntos», escribió Baraja en las redes sociales tras el fracaso copero.

Seis años lejos de Europa

Únicamente como recompensa a la fidelidad de los aficionados y al esfuerzo del entrenador y los futbolistas, un máximo accionista mínimamente sensible reforzaría como corresponde este mes de enero al Valencia para luchar por Europa y no deambular en la tabla. Y, sobre todo, lo haría si le interesase que el club recuperase los suculentos ingresos UEFA, la panacea en el fútbol. La gestión de Lim suma seis años lejos del Viejo Continente, cuatro consecutivos. La peor racha desde el ascenso de 1987, y una serie que pisa los talones de las dos más tristes (1983-1988, descenso incluido, y 1973-1977). Entonces, el regreso a Europa en el 78 necesitó un cambio previo en la dirigencia en 1976, y la ambición y los fichajes de un apasionado presidente como José Ramos Costa. Entre ellos, el de Mario Kempes.

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