Discóbolo La Torre: de campo de fútbol a depósito de coches

El club ha tenido que adaptarse a las necesidades de la emergencia: «La UME lo decidió a pesar de no ser municipal»

El campo del Discóbolo La Torre alberga cientos de coches tras la DANA.

El campo del Discóbolo La Torre alberga cientos de coches tras la DANA. / SD

Andrés García

La vida del Discóbolo La Torre AC ha cambiado desde el fatídico 29 de octubre, cuando el agua anegó todas sus instalaciones deportivas y sepultó las ilusiones de muchos niños y niñas que cada día jugaban al fútbol en el club del barrio soñando con llegar a ser algún día estrellas de primera división. 

El campo de fútbol del Discóbolo se ha convertido en un depósito de coches improvisado. Donde antes había césped ahora solo hay lodo y escombros. Hace poco más de una semana rodaba el balón. Ahora circulan las grúas con los vehículos en medio de la devastación. Es la atípica función de un terreno de juego que ha tenido que adaptarse a las nuevas necesidades de emergencia de la ciudad. Un cambio tan necesario como triste.

El exjugador del Valencia y Levante, Pepe Pla, es ahora el entrenador del equipo femenino del Discóbolo recién ascendido a nacional. «La UME dio la orden de dejar ahí los coches porque pensaban que el campo era del ayuntamiento, aunque en realidad es un recinto privado. Nos ha sorprendido, pero la situación ahora mismo demanda este tipo de cosas», explicaba el técnico.

«Estamos viviendo una situación muy complicada y yo, personalmente, muy frustrado porque da la casualidad que entreno todos los días menos ese. El club decidió cerrar las instalaciones haciendo caso a la Fundación Deportiva y gracias a Dios no había nadie dentro del campo. Mi obligación moral era estar allí con todo esa gente. He estado cuatro o cinco días ayudando a achicar agua y barro y está todo devastado. He llevado alimentos a la gente que no puede salir de allí, es muy duro», añade.

La labor social se pierde

Sin el Discóbolo pierde el fútbol, pero también la labor social del club. «Yo cogí al equipo en segunda regional y lo metí en categoría nacional, mi equipo es lo más visible a nivel de club, pero el Discóbolo va más allá de lo deportivo. El club cumple una labor de barrio y, antes de que los niños estén por ahí haciendo cosas que no deben, se da la posibilidad de dar salida a niños y niñas mediante el fútbol y educarlos a nivel deportivo. No pensamos en situación deportivas porque es inviable, pero toda esa labor que ha hecho el club desaparece porque no tenemos una casa donde entrenar, jugar y permitir a los niños cumplir con esa labor social», explica.

El futuro del club

Pepe Pla espera que el Discóbolo salga adelante, pero ahora mismo no encuentra soluciones. «Muchas familias han perdido las casas, han perdido familiares y es imposible pensar en fútbol. Me encantaría que alguien me dijera ‘este es el siguiente paso que hay que dar’ y agarrarnos a eso, pero es una incertidumbre constante porque no estamos con capacidad para competir. Ahora mismo es muy complicado pensar en una reestructuración a corto-medio plazo. A todos nos gustaría volver a jugar a fútbol, pero lo veo muy lejos. Hay gente que piensa que ya no se jugará más esta temporada. Me caben todas las variables. Para mí lo más convincente es que se suspendiera todo dos o tres meses y luego ya veríamos cómo se reestructura todo», confiesa.

El único consuelo del Discóbolo La Torre es quedarse con la solidaridad de los voluntarios hacia el club y el barrio. «Cuando cruzabas el puente de La Torre a València sentías la frustración de que faltaba mucha maquinaria, creo que se han perdido muchos días. Luego tenías la satisfacción de ver a la frente cruzar para ayudar que es un orgullo. Aquí en el barrio ha quitado barro hasta Tino Costa».

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