Mujeres Pioneras en el deporte
Jutta Kleinschmidt y la rocambolesca victoria de la única campeona de coches en el Dakar
La alemana se impuso en una edición de 2001 marcada por la batalla y el juego sucio entre su expareja Jean Marie Schlesser y los otros dos aspirantes a la corona, Serviá y Masuoka

Jutta Kleinschmidt, celebra su victoria en el Mundial.
Cristina Moreno
El Rally Dakares conocido como el más peligroso del mundo. Tres semanas de competición extrema por dunas, desiertos y piedra que ponen a prueba la resistencia y tenacidad de los participantes y que ha recorrido ya varios continentes en su casi cuatro décadas de historia. Una historia en la que las mujeres han ido ganando terreno poco a poco, integrándose en el vivac en roles de mecánicos, ingenieras y también como pilotos capaces de pelear por las victorias.
En clave española, Laia Sanz ha sido una de las pioneras, desde que a sus 16 años dijo en una reunión de leyendas del Rally Dakar que quería participar. Entonces le dijeron que no era para ella pero hizo caso omiso de esa afirmación y este 2025 afrontó su decimoquinta participación en el rally, la cuarta en coches. Un accidente y unos milímetros en su arco de seguridad la apartaron de su registro histórico, el de haber finalizado en todas sus participaciones. Un contratiempo que no evitó que quiera volver el próximo año.
A sus espaldas, quedan sus once títulos en categoría femenina de motos, y la novena posición de la general de 2015, el mejor puesto de una mujer en la historia del Rally Dakar. La de Laia Sanz no es la única mujer que ha abierto en camino en el Dakar, antes, una alemana tenaz consiguió un hito que hasta ahora ninguna de las participantes ha conseguido replicar: ganar el Rally Dakar en coches.
El 21 de enero de 2001, Jutta Kleinschmidt cruzaba la línea de meta como campeona, con el Lago Rosa de Senegal como escenario de fondo y con cierto suspense, ya que no se confirmó hasta varios meses después por una reclamación que tardó en resolverse.
Reclamaciones y ¿juego sucio?
Aquella edición el campeonato aún se disputaba por tierras africanas y el título se había convertido en una batalla entre tres participantes: el japonés Hiroshi Masuoka y los buggys del francés Jean Marie Schlesser y del español José María Serviá. El título parecía reducirse a esos tres participantes que mantuvieron un intenso mano a mano durante las 20 jornadas del raid y que llegó a su punto álgido en la antepenúltima etapa.
Una jornada que tuvo de todo. Schlesser y Serviá se adelantaban a su posición de salida y partían antes que Masuoka, líder de la general en aquel momento. El nipón, más que enfadado por la estratagema, salía como una bola y cazaba al catalán para enzarzarse en una batalla que acabaría con desperfectos en la suspensión del Mitsubishi del japonés y mucho tiempo perdido mientras esperaban a las asistencias.
El francés entre tanto, hacía su carrera y veía el primero la bandera a cuadros. La victoria estaba en su mano pero la reclamación del equipo de Masuoka no tardó en llegar y fue aceptada por la organización. Una hora de penalización para los dos pilotos del buggy Schelesser y adios a la corona.
En medio de todo este lío, con agresión incluida al copiloto de Servià en el parking por parte de un miembro del equipo del japonés, Jutta, que había firmado un Dakar marcado por la regularidad, se convertía en la gran beneficiada. Tomaba la primera posición de la general y la mantenía hasta el final.
Por si faltaba algún ingrediente a esta historia, se daba la circunstancia de que Schlesser había sido pareja sentimental de Schlesser. Este realizó una reclamación a la sanción y hubo que esperar unos meses para que Jutta pudiera celebrar su título de pleno derecho.
Hasta ahora, ninguna otra mujer ha repetido corona en la categoría absoluta de coches aunque en 2024, la española Cristina Gutiérrez se unió a la lista de mujeres pioneras en el Dakar, conquistando la victoria en categoría Challenger. Jutta, que ha ejercido de coach de la burgalesa, la esperaba en meta para celebrar el éxito.
Pasión desde niña
La madre de Jutta se dedicó a los deportes de invierno y su hija heredó probablemente ese espíritu deportivo. El interés de Jutta por el motor llegó desde que era una niña aunque no pudo comprarse su propia moto hasta que cumplió los 18 años. Después de estudiar igneniería empezó a trabajar en el departamento de investigación y desarrollo de BMW. Un trabajo que deja en 1992 para dedicarse de lleno a la competición, participando en diferentes pruebas alrededor del mundo, en rallies pero también en resistencia.
Tras cuatro años en el Dakar en moto, en el 95 se pasa a los coches y en 1996 compite con un buggie del equipo del que era por entonces su pareja, Schlesser. Un par de años después, la obligaría a reducir la velocidad por ir más rápido que él y la pareja acabaría separándose. Para el curso siguiente, firmaba con Mitsubishi y sellaba su primer podio, un preludio de lo que llegaría en 2001, con la victoria absoluta. Después del revuelo, a Schlesser la victoria de su expareja no le sentó bien y declaró entonces que no debía celebrar, ni sentirse ganadora.
Una vez más, Jutta hizo caso omiso, siguió adelante y participó más veces en el Dakar. En 2021 emprendió una nueva aventura en categoría Extreme E primero en el equipo de Mathias Ekstrom y después junto a Nasser Al -Attiyah y en sus ratos libres ofrece charlas motivacionales y sigue viviendo aventuras, ya sea sobre una bici, en helicóptero o en cualquier otro vehículo.
Tras 17 participaciones y seis Top-5 aparcó el Dakar para dedicarse a otras tareas. Desde 2019 es presidenta de la comisión cross country de la FIA y responsable de impulsar el deporte femenino en el automovilismo.
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