A Contratiempo
Abonados a la fatalidad, hundidos en la miseria
En cuatro días el Valencia se ha hundido en la miseria más absoluta. Dos derrotas por idéntico marcador contra rivales que estaban bajo mínimos han condenado a los de Mestalla

Los jugadores tras la derrota en Mestalla ante el Oviedo
Todo un récord. En cuatro días el Valencia se ha hundido en la miseria más absoluta. Dos derrotas por idéntico marcador contra rivales que estaban bajo mínimos han condenado a los de Mestalla. Las alarmas vuelven a encenderse. Una constante en tiempos de Meriton. No hay sorpresa, salvo para los paniaguados y los miopes. Del espejismo de una bonanza ficticia a la cruda realidad en un escaso margen de tiempo. Al esperpéntico desenlace frente al Oviedo en casa, ha seguido la no menos frustrante derrota en Girona. Toda una declaración de impotencia en ambos casos. Estrellados contra la adversidad en Montilivi durante el segundo tiempo, después de regalar la iniciativa en el arranque del encuentro y otro gol a balón parado cuando mejor pintaba el panorama, el Valencia se ha estancado. Siempre a remolque de las circunstancias, sin saber aprovechar las coyunturas favorables ni administrar las ventajas, el conjunto de Corberán sale noqueado de una doble cita que lo podía haber catapultado en la clasificación. Las previsiones más optimistas han quedado hechas añicos. Los viejos fantasmas reaparecen.
Rumbo caótico. El Valencia transitaba con relativa normalidad por el campeonato, entendida la valoración dentro del contexto de mediocridad impuesto desde Singapur, salvo el varapalo del Barça. Algunos síntomas alentaban la creencia de estar ante un ejercicio menos traumático que los anteriores. Brotes verdes que han sido arrasados. Las consecuencias de los últimos batacazos, se antojan imprevisibles. Son derrotas que tienen efectos colaterales, hacen daño, y para mayor inri, se han producido antes de una parada de la competición. Por mucho que el entrenador se esfuerce en trasladar un mensaje de calma, la contundencia de los hechos alertan a una afición cansada y descreída. Corberán ha de aplicarse en rescatar a un equipo frágil e inconsistente, demasiado vulnerable. No será fácil. Tocado en la línea de flotación, el Valencia ha de reaccionar lo antes posible para no entrar en caída libre y revivir los episodios dramáticos del pasado reciente.

El Valencia cayó derrotado ante el colista / La Liga
Ron reapareció. El flamante CEO británico volvió a hablar y no dijo nada de interés. Gourlay cumplió con el papel asignado por sus jefes, el discurso desprendía el aroma inconfundible de la artificialidad. En la breve y protocolaria comparecencia antes del encuentro de Girona dejó constancia de su carácter insustancial. Lo peor de todo es la duda que genera su discurso. Si se lo cree de verdad o realmente es consciente de la impostura que destila. Como a Corberán le ha tocado salir a la palestra ante los medios, 3 veces de domingo a sábado de la semana pasada para someterse a las preguntas a pecho descubierto, el escocés decidió dar un paso al frente en solidaridad con el entrenador. Del que ya no se sabe nada es de Corona. El director deportivo ha desaparecido. Mientras Kang in Lee asombra en el PSG, Yarek despunta en el PSV y Mosquera se exhibe en el Arsenal, todos ellos jugando la Champions, el valencianismo revive la peor de las pesadillas.
Tebas, el censor
Ninguna sorpresa. Ya sabemos cómo se las gasta el presidente de la Liga, adulador interesado de Peter Lim, y tan sensible con la invasión de Ucrania en su día, que decidió aplicar la más burda censura televisiva a los prolegómenos desarrollados en San Mamés en apoyo al pueblo palestino. Sin reparo alguno, el máximo mandatario de la patronal futbolística, impuso a Movistar, el operador televisivo, instrucciones para que no se viera lo que acontecía. La dictadura del fútbol actual, de la que no es consciente la inmensa mayoría de los aficionados, ya nos dejó en su día episodios sonrojantes en Mestalla. Cuando las cartulinas amarillas con el lema “Lim go Home” empezaron a dominar el graderío y a escucharse los cánticos contra el especulador singapurés, los realizadores de las transmisiones televisivas procuraban seleccionar planos alternativos que ocultaran los hechos. Un claro exponente de manipulación premeditada En esas manos está el fútbol español.
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