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Primera División

El Valencia, aplastado en el Bernabéu

Goleado por el Madrid, el equipo evidencia la enorme brecha de recursos y talento entre los dos clubes

Una derrota dolorosa que refleja la realidad de un club limitado y sin proyecto competitivo

Bellingham celebra su gol ante Thierry.

Bellingham celebra su gol ante Thierry. / Europa Press

J.M. Bort

J.M. Bort

València

El Valencia ha caído goleado en el Bernabéu, como era previsible, pero la contundencia del marcador no hace sino reflejar la realidad actual del club por encima de todo: la diferencia con el Real Madrid es abismal. No es cuestión de actitud, ni de “jugadores mercenarios” —esa crítica es miserable y simplista—. Es la falta de recursos, de estructura y de continuidad lo que condena al club a este nivel. La derrota duele, pero se atenúa con la conciencia de que el Valencia compite con lo que tiene, sin poder aspirar a igualar a rivales de otra dimensión.

Hasta al aficionado del Madrid debe doler ver a un Valencia tan pequeño, después de haber sufrido durante décadas a un rival que pocas veces no plantaba cara en el Bernabéu. La sensación de impotencia no es culpa de los jugadores; es fruto de un proyecto que no consigue dotar al equipo de recursos, estructura ni continuidad para competir al máximo nivel.

El Valencia mostró un orden aparente apenas un cuarto de hora. Corberán alineó a Pepelu y Santamaría en el medio, con Beltrán y Danjuma arriba, dejando a Javi Guerra y Hugo Duro como revulsivos. La idea era equilibrar y esperar su ocasión, pero Bellingham y Arda movían el balón entre líneas con facilidad, mostrando la enorme diferencia de nivel.

En la banda, Thierry servía de ejemplo de la fragilidad defensiva: cada acción por su lado acababa en peligro. El primer gol llegó tras un remate de Mbappé que Tárrega desvió con la mano, sancionada tras revisión del VAR. Apenas minutos después, Mbappé marcó de nuevo tras un centro desde la banda. Julen detuvo un penalti a Vinicius, pero Bellingham resolvió la siguiente acción con frialdad, como quien sabe que el partido estaba decidido.

Al descanso, 3-0. El Valencia había intentado orden y esfuerzo, pero ni talento ni recursos bastan frente a un equipo de otra dimensión.

Más orden y nada más

La segunda parte arrancó con un intento de reacción: Jesús, Cömert y Hugo Duro entraron por Thierry, Rioja y Diego López, buscando aire en el centro del campo y algo de presencia ofensiva. Sin embargo, el primer tiro a puerta no llegó hasta el minuto 63, obra de Almeida. Hasta entonces, el Valencia había sido un espectador absoluto, dominado y desarmado por un Madrid que controlaba ritmo, espacios y tiempos con absoluta comodidad.

En el tramo final, tras muchos minutos en los que el Valencia se había defendido con relativa solidez, llegó el cuarto gol: un auténtico golazo de Álvaro Carreras que sentenció definitivamente el encuentro. El partido, sin embargo, se cerró con un instante de brillo para el Valencia: Javi Guerra sorprendió con un chut a la escuadra, un gesto de orgullo individual que, aunque tardío, recordó que la dignidad no depende del marcador ni de los recursos del club.

Más allá del resultado, queda la sensación de un Valencia incapaz de dar continuidad a un proyecto competitivo: no es cuestión de jugadores individuales, sino de un plan general que no funciona.

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