Valencia CF | Análisis
El Valencia de Peter Lim normaliza las humillaciones
Desde la destitución de Marcelino en 2019, el conjunto valencianista ha convertido las debacles ante los grandes en un triste hábito por falta de competitividad

Santamaría recibe el consuelo de Arda
Álvaro García-Granero
La historia reciente del Valencia Club de Fútbol es la crónica de una decadencia sostenida. Lo que comenzó en el verano de 2019 con la destitución de Marcelino García Toral, apenas unos meses después de ganar una histórica Copa del Rey y clasificar a la Champions League, se ha convertido en un sexenio marcado por la mediocridad, la falta de ambición y una sucesión de derrotas humillantes. La afición ha pasado de celebrar títulos y noches europeas a resignarse ante goleadas cada temporada, con una directiva incapaz de enderezar el rumbo deportivo.
El inicio del declive: adiós al proyecto de Marcelino (2019/20)
El punto de inflexión llegó el 11 de septiembre de 2019, cuando Marcelino fue cesado por discrepancias con Peter Lim. Su sustituto, Albert Celades, carecía de experiencia y autoridad para mantener la competitividad de un equipo que venía de su mejor etapa reciente. Aquella temporada marcó el inicio de las debacles: un 5-2 en el Camp Nou y un 4-1 en Son Moix ante el Mallorca fueron el reflejo del derrumbe de un vestuario sin rumbo.
Sin refuerzos y sin rumbo (2020/21)
Con Javi Gracia al mando, la situación no mejoró. El técnico navarro no recibió fichajes y vio cómo el club se desmantelaba sin capacidad de reacción. La falta de ambición se tradujo en una temporada gris y en un episodio bochornoso en la Copa del Rey, cuando el Valencia cayó por 3-0 ante el Sevilla en los octavos de final tras alinear a suplentes y canteranos. Una decisión que simbolizó la rendición institucional.
Bórdalas y la falsa esperanza (2021/22)
La llegada de José Bordalás aportó intensidad y carácter, pero el déficit de calidad y la ausencia de un proyecto real volvieron a pasar factura. A lo largo del curso, el equipo sufrió tres goleadas contundentes: 4-1 ante el Betis, 4-1 en el Bernabéu y un doloroso 1-4 en Mestalla frente al Barcelona. Pese a momentos de competitividad, el patrón de los grandes choques ya era evidente: el Valencia no competía contra los poderosos.
El espejismo de Gattuso y la salvación in extremis (2022/23)
La etapa de Gennaro Gattuso empezó con ‘ilusión’ y hasta nueve fichajes, pero terminó en decepción. El técnico italiano abandonó el cargo en enero y Voro volvió a ejercer de interino antes de que Rubén Baraja lograra salvar al equipo en una gesta épica. Sin embargo, ni siquiera esa reacción evitó otra humillación: el 3-0 ante el Atlético de Madrid en el Metropolitano reflejó la impotencia de un club que seguía encajando goleadas con resignación.
Baraja y la dependencia de la cantera (2023/24)
La temporada siguiente, Baraja tuvo que tirar de jóvenes de la cantera ante la falta de recursos. El esfuerzo y la entrega de los canteranos no bastaron para frenar los desastres ante los grandes: 5-1 en el Bernabéu y 4-2 en el Estadi Olímpic ante el Barcelona. El equipo mostraba corazón, pero la brecha con los gigantes del fútbol español se hacía cada vez más abismal.

El técnico del Valencia, Carlos Corberán / Germán Caballero
La era Corberán y la normalización del desastre (2024/25 - 2025/26)
Con Carlos Corberán llegó un nuevo intento de reconstrucción, pero las humillaciones se multiplicaron. En la campaña 24/25, el Valencia vivió uno de los capítulos más oscuros de su historia reciente: un 7-1 en el Camp Nou y un 0-5 en Mestalla ante el Barcelona en apenas dos semanas. Esta temporada, el patrón se ha repetido: un 6-0 en el Johan Cruyff y un reciente 4-0 en el Bernabéu evidencian que las goleadas ya forman parte del paisaje habitual.
Un club resignado a perder
En apenas seis años, el Valencia CF ha pasado de conquistar títulos a convertirse en un equipo vulnerable, incapaz de competir ante los grandes y habituado a las humillaciones. Las goleadas, antes un accidente, son ahora rutina. La falta de proyecto, la gestión errática de Peter Lim y la continua rotación de entrenadores han erosionado la identidad de un club histórico que parece haber normalizado la derrota.
Mestalla, antaño un templo temido, se ha transformado en un escenario de impotencia. El Valencia sigue siendo un gigante dormido, pero mientras no recupere la ambición y la estructura que lo llevaron a la élite, las noches de debacle seguirán repitiéndose como un eco amargo de lo que alguna vez fue.
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