Levante-EMV, Valencia

El fichaje de Joaquín por el Valencia CF vivió en las últimas horas sus episodios más esperpénticos. Los últimos coletazos, posiblemente propios de la siempre peculiar personalidad del dueño del Betis, Manuel Ruiz de Lopera. Que no se confirmara el fichaje antes de la disputa del partido parece el objetivo final de los hechos que tuvieron lugar en las jornadas de jueves y viernes.

La historia arranca el pasado jueves cuando, mediante un requerimiento notarial, el futbolista era obligado a presentarse en la sede del Albacete Balompié para marchar a este club en calidad de cedido por una temporada. Una forma peculiar de Lopera de castigar al jugador, haciendo valer una cláusula no menos increíble que tienen los jugadores béticos, por la que pueden ir cedidos a cualquier equipo si así lo decide su club. Y más cuando, en caso contrario, recibiría una multa de tres millones de euros (en la línea de la de un millón con que ha amenazado los últimos días a Ricardo Oliveira).

El futbolista tuvo que marchar a la ciudad manchega, acompañado asimismo de un notario, para hacer simplemente acto de presencia. Allí ni se le esperaba ni se tenía previsto negociar nada. El jugador se hizo una foto como documento que certificaba su presencia. En el Valencia CF consideran no ya absurda esta decisión de Lopera, sino incluso ilegal. Después, el futbolista regresó a Sevilla.

El contrato que no llega

Y ayer, más: durante todo el día, en el Valencia CF se estuvo esperando la llegada del documento de traspaso firmado por el club -en lógica, por el presidente José León, autentico hombre de paja de Lopera-. Pero éste no llegó. Había llegado uno, pero sin firmar. Un papel mojado. Se dieron cita en la sede Amedeo Carboni, Juan Soler, Enrique Lucas, Juan Armiñana y el director financiero Javier Gómez. Incluso se habló de que se le iba a plantear un ultimátum al dueño del Betis. Esto no ocurrió porque el Valencia quiere al jugador. «¿Ultimátum? Eso es una tontería», aseguraba Carboni al salir.

Se han aducido todo tipo de justificaciones: falta de acuerdo en la forma de pago, avales, obligación de que el jugador indemnice al club y, simplemente, ganas de enredar y perder tiempo para que el fichaje no se pueda confirmar hasta mañana, domingo.

Y después, convocado

Pero aún faltaban más sorpresas: Lopera obligaba al técnico, Javier Irureta, a llamar al futbolista para que entrenara (lo hizo en el gimnasio) y a convocarle para el partido de esta noche. El técnico vasco no sabía ya dónde esconderse. «¿Joaquín? Estamos así. Que sí, que no, que sí, que no, que sí, que no, que sí, que no, que sí, que no. Me llevo a 19 futbolistas para curarme en salud...». Joaquín acudió al autobús que tenía que llevar a la plantilla al aeropuerto, pero ahí se plantó y se negó a subir. O quizá también obtuvo la venia para ello. Se marchó, acompañado por su padre, a casa mientras la expedición -que llegó anoche a Manises- asistía atónita al espectáculo.

Joaquín desapareció sin decir una palabra. Aguardará a que hoy o mañana se confirme su fichaje y es probable que sea presentado el lunes, aunque haya que pedir un permiso de unas horas a Luis Aragonés para que se incorpore a la concentración de la selección con retraso.

Ruiz de Lopera tendrá lo que quiere: una tregua antes de hacer el gran negocio. El Valencia traga porque quiere al futbolista y éste llegará lo suficientemente mareado a los tres entrenamientos que podrá disponer Quique antes de enfrentarse, el 9 de septiembre, al Atlético de Madrid.

Ayala: se habla de 8 millones

Por lo que respecta a Fabián Ayala, ayer trascendió en la prensa argentina que el Villarreal podría subir su oferta a 8 millones de euros. Bajo esa premisa sí que es probable que el Valencia CF aceptara su traspaso.