La adquisición de Quimicer, empresa familiar liderada por el empresario castellonense Antonio Bonet, ratifica la excelente posición de Ferro en el mercado global de los esmaltes y colores para la fabricación de recubrimientos cerámicos, y amplía, aún más, y de manera más que notable,su capacidad tanto productiva como comercial.

Se trata de una política ya antigua. Ferro quiere ganar tamaño para competir en las mejores condiciones posibles en el cada vez mayor mercado cerámico mundial y, por eso, ya absorbió con anterioridad otras importantes empresas del sector: en 1996 fue Cerámica Técnicas Industrial (CTI), y el pasado año compró otra multinacional, Endeka, con planta de producción en la localidad castellonense de Vall d'Alba; así como la firma Gardenia Química, también de Onda.

La multinacional, cuya sede central se encuentra en la ciudad estadounidense de Cleveland, en el estado de Ohio, ha anunciado a través de su web que en el segundo trimestre del año su facturación global se ha incrementado un 20 %, con respecto al mismo periodo de 2017, y suma la cifra de 416 millones de dólares.

El desembolso económico de Ferro por Quimicer no ha trascendido, pero si se sabe que ha sido considerablemente inferior al que el año pasado se pagó por el grupo Endeka, cuya operación fue cifrada en 64 millones de euros. De hecho Endeka contaba, en el momento de su compra con 340 empleados repartidos en seis sedes distintas de Europa y Asía. Mientras que Quimicer, con una plantilla formada por un centenar de profesionales, tiene la mitad de centros productivos, y todos ellos en Europa.

El control oficial y total de Ferro sobre Quimicer tendrá lugar en octubre, después de que la multinacional haga pública la noticia a nivel internacional a través de la feria italiana Cersaie, que tendrá lugar en Bolonia del 24 al 28 de septiembre.

Estrategia

Eso sí, como ya adelantó Levante-EMV, Ferro aplicará con Quimicer la misma estrategia que con Endeka y con Gardenia Química, por lo tanto, la firma de Onda mantendrá su marca y su actividad, tanto a nivel productivo como administrativo, de manera independiente. Es decir, funcionará al margen de Ferro. De hecho, la marca Quimicer cuenta con una sólida presencia en el mercado cerámico mundial: además de la planta de Onda cuenta con otras fábricas en Polonia y en Portugal, así como una cartera de clientes repartidos en 25 países de los cinco continentes. Se trata de una importante mochila comercial a la que, lógicamente, no quieren renunciar sus nuevos dueños.

Las adquisiciones realizadas en 2017 por Ferro eran calificadas por la propia empresa como «complementarias» a la oferta de la firma madre, pero ahora, con la adquisición de Quimicer, parece que se impone una reorganización de las plantas productivas en busca de la especialización, la incorporación de más valor añadido y la optimización de sus recursos.

Empresa innovadora

El grado de innovación en el sector cerámico español se mide por el número de reconocimientos que cada empresa obtiene de la Sociedad Española de Cerámica y Vidrio, los prestigiosos Alfa de Oro que cada año se conceden en la feria Cevisama.

Y Ferro atesora cuatro Alfa de Oro, obtenidos los años 1986, 2000, 2014 y 2018: uno de plata que consiguió en el año 2011 y, además, a este palmarés hay que añadir dos menciones de honor que le fueron entregadas por el jurado en los años 1997 y 1999.