El Molino, la azulejera de Onda inaugurada en 1922 por Cipriano Castelló Alfonso, realizó importantes inversiones en 2016 y 2017 para, principalmente, incorporar la más avanzada tecnología en los procesos de esmaltación y prensas, así como para poner en marcha una rectificadora que permite a la veterana firma fabricar grandes formatos y contar en su catálogo con propuestas en, por ejemplo, 60x120 y 20x120 centímetros.

En este 2018, la apuesta de El Molino ha sido más ambiciosa y ha digitalizado todo su proceso productivo: abarcando desde la selección de las materias primas hasta que el producto ya está completamente acabado y embalado. Se trata de un proyecto que en la propia firma se conoce como ´El Molino 4.0´ y que continuará durante 2019 «hasta digitalizar la empresa de manera integral», subraya la responsable del área de calidad de la compañía, Lidón Castelló.

«Hemos apostado por el 4.0 porque para nosotros es muy importante poder contar con datos a tiempo real de lo que pasa a lo largo de todo nuestro proceso productivo. Y, así, obtenemos indicadores de manera inmediata, sin tener que esperar semanas o meses, lo que nos permite adaptar medidas también inmediatas», señala Lidón Castelló.

«La implantación del modelo 4.0 ha sido muy laboriosa, pero, después de más de un año de trabajo, ya está todo instalado y controlamos integramente el proceso de producción. De esta manera tenemos datos de todas las variantes: costes, consumo de materias primas, mano de obra, gamas de calidad...».

Ahora la firma quiere avanzar en una segunda fase que abarcará el almacén: «No queremos que el proceso finalice cuando la baldosa cerámica ha sido empaquetada, sino que nuestro propósito es que el sistema siga la trazabilidad en el almacén hasta que el producto salga de la fabrica».

De hecho, el objetivo final es que El Molino sea una empresa 4.0 de manera integral, una meta que se quiere alcanzar a lo largo del próximo ejercicio, incluyendo también las áreas de administración y comercial.

En cuanto a la inversión, Lidón Castelló asegura que es «muy difícil» saber el gasto real de la implantación del proyecto, porque más allá del coste económico realizado en «programas y gestión, también hay una inversión de trabajo en fábrica, que ha durado meses con el cableado total del sistema productivo que permite detectar el número de piezas, los movimientos, el peso de las piezas, la temperatura de los hornos... Y, además, también hemos invertido en la formación de todo el capital humano de la empresa que está involucrado con el proceso productivo».

La implantación del modelo 4.0 incide en la filosofía empresarial de El Molino «de ofrecer un producto cada vez con mayor calidad», subraya Castelló, quien insiste que, además, también mejora la competitividad de la compañía «al permitirnos actuar de manera inmediata sobre cualquier fallo que se produzca».

En este sentido, Lidón Castelló puntualiza que el objetivo del 4.0 «no es realmente reducir costes, sino conocer en qué puntos estás perdiendo dinero, o donde los estás haciendo mal... Te permite saber donde tienes más mermas, donde lo estás haciendo mal y,en consecuencia, tomar medidas que nos ayuden a ser más eficaces y a saber que lo que haces lo haces bien. La información es poder».