Para Giovanni Ravaglia, haber recibido la Insignia de Oro de ATC «es todo un orgullo porque hay centenares de profesionales que se lo merecen más que yo». Ravaglia valora que se reconozca el trabajo de «un inmigrante» y reconoce que, desde el primer momento, «siempre me he sentido muy bien porque la mentalidad de los españoles es muy similar a la de los italianos». Ravaglia es optimista con respecto al futuro de la industria cerámica española e incluso considera que la pasta roja puede tener una nueva vida.

P ¿Qué significa para usted haber recibido la Insignia de Oro de ATC?

R Para mí, como inmigrante, la concesión de la Insignia de Oro, la máxima distinción que concede la ATC, es un orgullo muy grande porque no es fácil obtener un premio de estas características. Y, sinceramente, considero que hay centenares de personas que se lo merecen mucho más que yo. Honestamente, yo no he hecho nada en particular, solo he intentado hacer mi trabajo y hacerlo lo mejor posible. Que te den un reconocimiento de esta categoría en otro país es una de las cosas bonitas que te regala la vida.

P ¿Cómo era el sector cerámico español de 1988?

R Era un momento de grandes cambios. Y en los momentos de grandes cambios también hay muchas contradicciones: todavía había algunos hornos túneles y unas máquinas para serigrafía muy mecánicas€ Había muchísimo que hacer pero, pese a todo, desde el primer momento me dio una impresión positiva, porque se veía que se estaba entrando en una nueva fase€ Lo que más impactaba era el tema de la contaminación, porque el sector español, en aquellos años, todavía no lo contemplaba€

P ¿Italia estaba más adelantada que España?

R Italia estaba más adelantada que España. Toda la maquinaria que usaba España venía de Italia, desde la más pequeña a la más grande; y eso implicaba que en Italia fuésemos 2 ó 3 años por delante de España. Nosotros instalábamos las máquinas en Italia y, luego, ya comprobada su eficiencia, llegaban a España. Eso le daba a Italia una cierta ventaja.

P ¿Cuáles han sido para usted los grandes aciertos de la industria cerámica española?

R El gran éxito de la industria cerámica española fue investigar mucho sobre la geometría exacta del producto. Yo creo que a nivel geométrico, el producto cerámico está mucho mejor hecho aquí que en Italia. En Italia, se daba mucha más importancia a los aspectos estéticos de las baldosas: la moda, la decoración, los colores€ Otro acierto fue pasar de la pasta roja a la pasta blanca. Para ser justos hay que decir que con la pasta roja todavía se pueden hacer muchas cosas, el problema es que, a lo largo del tiempo, ha sido muy despreciada€ El consumidor relaciona la pasta blanca y el porcelánico con la porcelana de los platos para comer, y parece que tiene un gran valor, mientras que la pasta roja se considera de menor categoría. Ese cambio fue un éxito, pero le quitó la posibilidad de trabajar con un tipo de arcilla, que por tener las minas en su propio entorno, le aportaba el valor añadido de la rentabilidad.

P ¿La defensa de la pasta roja ya es una batalla perdida?

R No es una batalla perdida y hay fábricas que están intentado hacer baldosas de pasta roja con baja porosidad. La porosa está demostrado que se puede hacer muy bien. La pasta roja le aporta competitividad a la industria cerámica española. La pasta blanca es un valor añadido, pero también es un gasto añadido más, porque las materias primas casi todas se importan. En España hay buenas arcillas blancas, pero o están contaminadas por el carbón o, como pasa con las del norte, contienen mucha mica, y quitar esa materias es un proceso muy difícil y costoso. La pasta roja está muy depreciada a nivel comercial, y la prueba está en que un metro cuadrado de cerámica de pasta roja se vende, en algunos casos a 3 euros, y el de pasta blanca está entre 10 y 12 euros el metro cuadrado. En gran medida la hemos desprestigiado nosotros mismos, pero, con el paso de los años he aprendido que en cerámica todo es reversible, y creo que todavía hay margen para hacer cosas con la pasta roja y revalorizarla a nivel comercial.

P ¿Cuál es su situación actual del sector español frente al de Italia?

R España gana en el apartado de la productividad, ya que tiene unas cifras muy altas. Cuando yo entré en Sacmi, en el año 1974, la productividad era de unos 10 metros por persona al día, mientras que ahora, aquí en España, hay cerámicas que llegan a 250 metros cuadrados por persona. Además de la alta productividad, se obtiene un producto visualmente inmejorable porque también en el aspecto de la estética España ha avanzado a pasos agigantados. Y esto es una característica española. ¿Por qué se ha conseguido? Porque siempre ha estado en la cabeza del sector español hacer bien el azulejo, y con ese tipo de mentalidad se ha llegado a dónde está ahora mismo. La diferencia con Italia es que la industria de mi país está más adelantada, en muchos aspectos, en la decoración, y también ha querido mantener el precio en el mercado y no ha tenido interés, aunque con comillas, de aumentar la producción para rebajar costes.