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Porcelanosa reforesta la mina Portomé con la plantación de 10.400 árboles

La multinacional repuebla una parcela forestal de 8 hectáreas con pino carrasco para frenar los procesos erosivos activos en el área

Imagen de la mina Portomé. | LEVANTE-EMV

Con el objetivo de proteger la fauna autóctona y el ecosistema en Crivillén (Teruel), Porcelanosa ha culminado la primera fase de la repoblación forestal de la mina Portomé con la plantación de 10.400 ejemplares de pino carrasco. En las 8 hectáreas que tiene esta zona mineral, la multinacional cerámica ha creado una nueva cubierta vegetal arbórea con la fijación de carbono, el mantenimiento de suelos, la retención de agua o la reducción del impacto paisajístico como objetivos principales.

«Con los trabajos de reforestación y mantenimiento de la plantación queremos crear un bosque permanente y estable con capacidad de regeneración en el tiempo. De esta manera lograríamos promover la fijación de carbono, frenar los procesos erosivos activos y mejorar los valores naturales y paisajísticos de la comarca integrando a la población en la gestión de los montes con una actividad económica ligada a los espacios medioambientales», explican desde el departamento de calidad y medio ambiente de Porcelanosa, cuyos profesionales se encargan de la supervisión de la actuación.

Una acción de carácter sostenible que, según los datos facilitados por la empresa, estima absorber 1.664 toneladas de CO2 y, a su vez, cumple con los criterios establecidos por el Registro de Huella de Carbono, compensación y proyectos de absorción fijado por el Ministerio de Transición Ecológica desde el año 2014.

La selección del pino carrasco se ha realizado, según las mismas fuentes, teniendo en cuenta tres aspectos fundamentales: «El cumplimiento de la normativa de aplicación vigente, la mejor adaptación de las especies seleccionadas a las condiciones del lugar y su potencial como sumidero de carbono».

Dado que es una especie que crece rápido en las laderas de solana de los montes, estos árboles mantienen unas características fenotípicas y genotípicas semejantes a las de las especies silvestres del entorno y corrigen los fenómenos erosivos del territorio. «La densidad de esta repoblación vegetal es de 1.300 árboles por hectárea. En ella hemos iniciado una campaña de plantación fija en los meses de noviembre y diciembre que se podría prolongar si las condiciones meteorológicas fueran favorables», matizan desde la compañía.

La colocación del pino carrasco y su capacidad de limitar el CO2 tiene una proyección a 40 años vista. Periodo en el que se estima que cada árbol absorba una cantidad de 160 kg de CO2.

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