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Tribuna

Ante el reto de la unión aduanera

Ante el reto de la unión aduanera

Nadie en el sector portuario español y europeo, duda ya de las disparidades de procedimientos aduaneros que existen en los distintos puertos de la Unión Europea, en cuanto al despacho de aduanas y el nivel de controles, inspecciones y sanciones que se aplican en cada Estado miembro. Nadie en el sector portuario oculta la insuficiente operatividad que ha tenido la aprobación, en mayo de 2016, de un nuevo código aduanero que simplifica y homogeneiza parcialmente los procedimientos. Porque la realidad es otra: la Unión Aduanera no está finalizada, pese a las reiteradas peticiones que hemos trasladado desde el Parlamento Europeo.

El ejemplo más evidente es la reorientación del tráfico comercial que se está produciendo hacia determinados puertos del norte de Europa con inspecciones más laxas y sanciones no disuasorias.

Europa necesita una auténtica Unión Aduanera. Hay que impedir que por determinados puertos de la Unión se esté posibilitando la entrada de productos que no cumplen con los estándares europeos de calidad, sanidad vegetal o control fitosanitario, ni que, por una misma infracción, en un país se impongan condenas penales y, en otro, simples multas administrativas.

Urge poner solución a la competencia desleal que mina la competitividad de los productores citrícolas y de los puertos como el de València, con controles rigurosos que garantizan los altos estándares de calidad que exige la Unión. Además, se debe tener en cuenta que la reorientación del tráfico marítimo produce también importantes distorsiones en la recaudación fiscal y un mayor impacto en el medio ambiente.

Europa es una Unión Arancelaria, pero está todavía lejos de ser una verdadera Unión Aduanera. La situación es inadmisible y así lo he hecho saber con cada iniciativa presentada al respecto en el Parlamento Europeo. Así lo he traslado a los responsables de la Comisión Europea. La competencia desleal entre puertos se debe corregir sin más demora. Es cuestión de voluntad política y depende, fundamentalmente, de que los Estados Miembros asuman ceder sus competencias aduaneras a la Unión Europea. Una voluntad que dependerá también de la fuerza con que la ciudadanía europea defienda el fortalecimiento de la Unión.

Reconozcámoslo: Europa no es impasibles ante esta situación. El Parlamento Europeo ha elaborado dos informes -en los que he participado muy activamente-, proponiendo medidas concretas para su consecución. La Comisión Europea, el Consejo y los Estados, tienen ahora que hacer todo lo necesario para conseguir una auténtica Unión Aduanera armonizada, que funcione sin distorsiones, capaz de asegurar la recaudación fiscal en las mismas condiciones y con idénticas garantías para todos los agentes del sector, independientemente de en qué Estado miembro realicen su actividad.

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