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Tribuna

El problema es salir del puerto

El problema es salir del puerto

pese al importante crecimiento de la actividad portuaria registrada en el Puerto de València durante esta última década, y a las actuaciones e inversiones que ha sido necesario impulsar para atender esos incrementos dotándose de más y mejores infraestructuras, en la operativa terrestre que se desarrolla en el puerto existe un importante «agujero negro» que estrangula parcialmente el desarrollo de la actividad, pone frecuentemente en riesgo la agilidad del movimiento de las mercancías y, lo que resulta más grave, la seguridad de las personas. Me refiero al sufrimiento y el caos que genera para los usuarios del recinto del Grao, tanto a transportistas como a otros trabajadores y prestadores de servicios que desarrollan su labor en el interior del recinto, la puerta de salida sur, dirección V-30, que es la única permitida para el tráfico pesado, aunque también resulta intensamente utilizada por otros vehículos.

Esta salida es prácticamente la misma infraestructura de siempre, con la salvedad de que se han eliminado otras salidas que en su día funcionaban, como la de Nazaret, hoy solo habilitadas para turismos. Han mejorado los procesos de control de la salida de los vehículos cargados, automatizando la gestión de la autorización de salida con mercancía, pero la dimensión de la puerta y el número de carriles útiles son los mismos desde hace años, muchos años.

Para esta puerta sur, la única para los camiones, hay habilitados teóricamente ocho carriles; sin embargo, dos no se utilizan, cinco están dedicados exclusivamente a vehículos pesados cargados y uno, uno solo de ellos, asume el encaminamiento para toda la intensa salida de camiones sin carga y todas las furgonetas y los turismos que utilizan esta salida.

Es más, el diseño y disposición de los carriles obliga al permanente cruce de los flujos de camiones y de turismos que proceden de las distintas instalaciones portuarias, de forma que es frecuente tener que utilizar un carril de salida que se encuentra en el lado opuesto a aquel por donde se viene circulando.

Este cruce permanente entre vehículos, camiones y turismos, en poco más de trescientos metros, sin más recurso que el sentido común y la prudencia de sus conductores, en muchas ocasiones alterados por la propia congestión generada por la salida, es una auténtica bomba de relojería, un riesgo inasumible.

Ni la Autoridad Portuaria de Valencia ni la Aduana han sido capaces, tan siquiera, de habilitar el funcionamiento de un segundo carril para vehículos sin carga y turismos situado al otro extremo del actual (precisamente uno de los que están habilitados pero no funcionan) de forma que se eviten ciertos cruces y se pueda agilizar enormemente la salida.

Piensen en ello. No parece difícil, solo hace falta voluntad y ganas de resolver problemas.

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