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Tribuna

Qué queremos hacer con el puerto

Qué queremos hacer con el puerto

cuando se cumplen doce años de la aprobación de la declaración de impacto ambiental (DIA) favorable al proyecto y después de cinco años de trabajos interrumpidos, y de superación de la crisis económica, la ampliación del Puerto de València vuelve a ser cuestionada.

Surgen dudas que nos invitan a reflexionar sobre qué queremos hacer con el Puerto de Valencia: seguir poniendo freno a su crecimiento o, mejor opción, alejarlo del centro de la polémica, ponerlo en valor, y continuar unas obras -el proyecto de la ampliación norte ya se acometió hace años con la construcción de los diques de abrigo- que permitan a Valenciaport seguir ascendiendo posiciones en su nivel de competitividad y estimulando la economía de nuestra Comunidad. Para eso se construyó el dique norte: para abrigar una terminal de contenedores; y por eso el proyecto continúa. No está terminado.

València tiene el emplazamiento marítimo del Grao, según el último ranking de conectividad portuaria mundial, que es el de mayor conectividad de España y el sexto de Europa; en lo que va de año el número de toneladas transportadas ha crecido hasta los 48,33 millones, un 8,23% más que el año anterior; ha superado los 3 millones de TEU (unidades de contenedor de veinte pies) y ya ocupa el cuarto puesto de Europa en tráfico de contenedores y, con ello, genera el 2,1% del empleo de la Comunitat Valenciana y el 2,5% de su Producto Interior Bruto (PIB) regional.

Más conectividad, más tráfico, más empleo y sin renunciar a la sostenibilidad, que también mejora, así, por ejemplo, las emisiones de CO2 se han reducido en más del 17 %, gracias a que la APV está impulsando el uso de energías renovables. Conjugar la sostenibilidad ambiental con el crecimiento debe ser posible y en el Puerto de Valencia lo es.

Cuando el 50% del comercio de España con la UE y el 96% de las mercancías con destino a terceros países sale por los puertos, y cuando los de la Comunitat Valenciana registran el 45% de ese tráfico total, resulta evidente que poner límites a su capacidad exportadora implicaría un coste demasiado elevado para las empresas valencianas volcadas en el comercio exterior y para el crecimiento de esta autonomía. El Puerto de València es un pilar de competitividad de nuestra economía.

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