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Análisis

La descalificación como último recurso

La descalificación como último recurso

Conozco a Joan Ribó desde hace muchos años y siento por él un sincero afecto personal. Joan Ribó ha llegado en dos ocasiones sucesivas a la alcaldía de València tras pasar por unas elecciones locales y una serie de legítimos acuerdos entre particos políticos; por tanto, como máximo representante de nuestra ciudad, merece el mayor respeto y así se lo profeso. Creo que respetarnos entre nosotros es un elemento clave de la convivencia democrática. Respeto a las personas, respeto a las instituciones, respeto a las normas y respeto a lo que somos y representamos. Sin este respeto, el sistema se debilita y creo que al leer esto a todos nos viene a la cabeza una compleja situación que estamos viviendo en nuestro país que está basando una buena parte de su estrategia en la falta de respeto institucional.

No entiendo, por tanto, por qué Ribó arremetió hace unos días contra todo un colectivo, el de los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, descalificando nuestra capacidad profesional. No voy a repetir lo que, desde el respeto y con mucho acierto, ya ha dicho el Decano de nuestro colegio profesional, el Director de la Escuela de Caminos y el Presidente de la Asociación Nacional de la Ingeniería Civil. Apoyados posteriormente por un artículo del Decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de la Comunitat Valenciana. Es evidente que estamos cualificados y que somos competentes.

Igualmente, hace unos meses, Joan Ribó, con la misma frivolidad, sentenció a toda una profesión, la del transporte por carretera, dándole 15 años de vida. Creo que estas no son las formas. Podemos abrir un debate sobre la implicación de la ingeniería civil en los temas medioambientales, podemos debatir la migración que está haciendo el transporte por carretera hacia energías más respetuosas con el medio ambiente, podemos hablar de estrategias de movilidad o de terminales portuarias pero habrá que hacerlo con criterio y rigor, no con soflamas propias de un mitin cuando quien las dice es el máximo representante de la ciudad de Valencia.

Ante lo sorprendente de este tipo de declaraciones solo me caben dos explicaciones. La primera es que se trata de mensajes de «consumo intern» que pretenden desviar la atención de luchas internas de liderazgo; la otra es que ante la falta de argumentos sólidos siempre queda la descalificación como último recurso. Creo que en realidad se trata de una combinación de ambas cosas. Ante esta situación yo también digo: Señor Alcalde ¡por favor!

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