Durante estas primeras semanas de alerta, todos hemos podido ver en nuestros trabajos la efectividad de aquello que habíamos aprendido. En el transporte, afortunadamente mucho se había avanzado en la formación de nuestros profesionales y prueba de ello es cómo estamos siendo capaces de dar una respuesta eficaz para que nada pare. Y ese esfuerzo se nota especialmente en Puerto de València, donde todos los procesos puestos en práctica durante años, están permitiendo mantener un esquema relativamente normal de trabajo durante el estado de alarma. Con los retrasos que producen las necesarias medidas de prevención del contagio, como es lógico.

Aun así, tras varios días en primera línea, los transportistas comenzamos a tener problemas para conseguir los EPI (equipos de protección individual) y con dificultades para poder comer y descansar en condiciones mínimamente dignas. Algo a lo que se une la dificultad añadida en algunos centros de carga y descarga que aún no son conscientes del papel del transporte en el mantenimiento del sistema y en la necesidad de cuidados para evitar la propagación del virus.

Resulta absurdo tener que denunciar como en algunos de estos puntos, el transportista sigue siendo obligado a realizar la carga y descarga de mercancías con las transpaletas de las empresas a las que accede, siendo en consecuencia, un potencial transmisor de la enfermedad a territorios totalmente dispersos y a sus propios familiares.

Esta denuncia nos muestra el lado menos humano de esta sociedad , ese que surge en los momentos difíciles, pero afortunadamente, en contrapartida esta situación pone aún más de manifiesto, lo mejor de algunos comportamientos que impulsan la solidaridad y el compañerismo a niveles sin precedentes y que nos devuelven a los tiempos en que dedicarse a esto de ser camionero era un servicio público bien valorado por la sociedad.

Y muchos de esos comportamientos los vemos ahora el Puerto de València donde a día de hoy, la comunidad portuaria está demostrando un alto nivel de cohesión y compromiso que permite garantizar el abastecimiento, no sólo de alimentos, sino también el suministro de material a la industria y el comercio. El trabajo previo, está dando sus frutos en situaciones excepcionales como esta, la implantación de procesos de mejora continua y el desarrollo conjunto de protocolos de actividad en los que todos los implicados hemos ido aportando conocimiento, permite en este momento seguir actuando (casi) con normalidad en busca de un objetivo común.

Del mismo modo, esta situación pone de relieve la importancia del asociacionismo, una pieza fundamental de interlocución y coordinación en condiciones de normalidad, que se convierte en un agente decisivo en una situación sin precedentes como la que estamos viviendo.

De esta situación todos sacaremos conclusiones y probablemente cambiará el modo de ver el transporte por carretera de muchos de aquellos que no hace demasiado tiempo, trataban de convertirnos en diana de todos sus ataques, demonizando un trabajo que hoy resulta fundamental para superar la crisis actual.

Desde estas líneas quiero enviar un mensaje de reconocimiento y apoyo a todos aquellos conductores profesionales que, en cumplimiento de la orden del gobierno y sobre todo, de su vocación de servicio, están dando lo mejor de sí mismos en las peores condiciones que se recuerdan.