­Adolfo Utor se ha convertido esta semana en el máximo representante de la industria naviera española. El empresario de Dénia alcanza así una nueva cota en su meteórica carrera al frente de una compañía, Baleària, que constituyó hace sólo 11 años con un puñado de empleados y es hoy líder de las navieras nacionales tras desbancar a los buques insignia del sector.

La ascensión en el mundo empresarial del nuevo presidente de la Asociación de Navieros Españoles (Anave) no es fruto de la casualidad. Dimana directamente de su propia personalidad, la un hombre capaz de sacarle el máximo jugo a la contradicción, de plantear batallas perdidas para acabar ganándolas, un convencido de la innovación y un caprichoso de Dénia, su pueblo.

Adolfo Utor nació en 1961 en el seno de una familia represaliada por el franquismo. Durante la guerra civil, su abuelo, farmacéutico en Algeciras, fue asesinado por el bando nacional. El padre de Adolfo, maestro, fue destinado a Alhucemas y allí nació, en 1961, el hoy presidente de Baleària. Poco después la familia se trasladó a Dénia, donde el padre siguió ejerciendo como profesor y fundó también la Casa de Andalucía.

Con sólo 23 años, Adolfo Utor llega al sector naviero por la puerta de servicio. Era 1984 cuando empieza a trabajar en la compañía Flebasa, una filial de Ignasa establecida en Dénia apenas 3 años antes y fundada por otro empresario republicano y de izquierdas, como Victoriano Sayalero. Una naviera que llamaba a sus barcos Miguel Hernández o Manuel Azaña.

Desde que entra en Flebasa, Utor comienza una ascensión sin freno en la compañía en la que empezó como «machaca». «Amarraba barcos y hacía de todo», comentan quienes conocen la historia. Pasó por el departamento comercial, contabilidad, delegado en Mallorca y, finalmente, director general. Así llega a 1998, cuando la crisis de Ignasa arrastra a la compañía de Sayalero. Empieza entonces el capítulo más controvertido de la carrera del empresario de Dénia: un grupo de capitanes, administrativos y directivos de Flebasa, en una maniobra liderada ya por Utor, se acoge al subsidio de desempleo, capitalizan el paro y, con ese dinero, fundan una sociedad anónima laboral. El asunto acabó en los tribunales, pero Utor fue absuelto. Nace Baleària y empieza el milagro de una compañía naviera sin barcos (tenía cedido el uso del buque Bahía de Málaga para la línea Dénia-Eivissa y de dos rápidos que unían Eivissa con Formentera). La actividad comienza con 8 empleados, al margen de las tripulaciones.

A partir de ahí, Baleària, en clara inferioridad de condiciones, se lanza a una durísima guerra comercial con la otra naviera que operaba entre Dénia y las islas: Pitra. El dirigente del PSPV-PSOE en la comarca Adolfo Utor contra el ex ministro por el PP Abel Matutes, propietario la principal naviera de les Balears. Pero la guerra la ganó Utor apostando principalmente por la innovación tecnológica: Baleària importa de Italia la aplicación del ferry monocasco de alta velocidad (hasta entonces reservada a buques tipo catamarán) y bota en 2001 el primero de ellos, el Federico García Lorca, al que después se sumaría el Ramón Llull. Además, Baleària logra fletar el Manuel Azaña, que permanecía parado por el embargo a Flebasa. Utor gana la batalla y Baleària absorve a Pitra en 2003.

Desde entonces y hasta ahora Abel Matutes es socio del presidente de Baleària con un 42,5% de las acciones de la empresa. Como al de Utor, al abuelo de Matutes también lo mataron en la guerra civil, pero el bando republicano. El último de los cuatro nuevos ferrys de última generación construidos para Baleària (el primero, el Martín i Soler, se fletó el pasado año) se llamará Abel Matutes y será el más grande, con casi 200 metros de eslora. Está previsto que esté listo para principios del próximo año.

Sólo 6 años después, Baleària tiene en la actualidad más de 1.000 empleados. Además de en Dénia y Balears, opera en Valencia, Barcelona o el Estrecho, y ha desplazado a Acciona Transmediterránea del liderazgo del sector. Y todo eso pese a otra peculiaridad de Baleària, empeño del propio Utor: su sede social se mantiene en Dénia, una ciudad alejada de los grandes centros financieros y excluida de las autopistas de la comunicación.