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El Consell dio ayer un paso más en su errática forma de incidir en la reestructuración del mapa financiero valenciano y aseguró, por boca de su vicepresidente económico, Gerardo Camps, que Caja Mediterráneo (CAM) entrará en pérdidas el año que viene. La afirmación, efectuada ante un nutrido grupo de periodistas en los pasillos de las Corts, causó auténtica estupefacción en todas las instancias financieras valencianas, que no daban crédito a que el máximo responsable económico de la Generalitat haya puesto en el disparadero a la entidad alicantina en un c0ntexto de crisis financiera y de profundos cambios en el sector. Aunque llueve sobre mojado. En las últimas semanas, Gerardo Camps, quien ayer no quiso pronunciarse sobre los resultados de Bancaja, ha lanzado públicamente un sinnúmero de manifestaciones, no siempre en la misma dirección, con el trasfondo de la fusión de las tres cajas valencianas: las dos citadas más Caixa Ontinyent.

Por su boca y la del presidente del Consell, Francisco Camps, se ha marcado una posición, la de la Generalitat, desconcertante, como poco. Primero, y sin haber contactado con las afectadas, Gerardo Camps anunció el propósito del Gobierno autonómico de hacer una fusión de las tres cajas valencianas y luego absorber a Caja Murcia. La respuesta de los murcianos fue de rechazo absoluto. Unos días más tarde, los dos Camps se reunieron con los presidentes de las cajas y les dejaron claro que su apuesta pasaba por la fusión interna, pero que, en cualquier caso, no permitirían que la CAM -contraria a la operación con Bancaja, como la mayoría de la sociedad alicantina-se fusionase con Caja Madrid, una operación en marcha y bien vista en el PP nacional y el Banco de España y que pasaría por la unión de las dos con Caixa Galicia, aunque la Xunta mantiene por activa y por pasiva que sólo autorizará una operación de ésta con Caixanova.

Nuevos mensajes

A la semana siguiente, el Consell lanzó un nuevo mensaje en pos de la fusión interna y puso como fecha el mes de abril. El martes, esta vez desde Alicante, Gerardo Camps denunció presiones, que no iba a tolerar, del Banco de España para que se produjera una fusión virtual de la CAM con Caja Madrid, a través de un Sistema Institucional de Protección (SIP), que mantiene la independencia de sus socios y garantiza la solvencia entre ellos.

Tal vez inspirado por este proyecto, el Consell deslizó públicamente ese mismo día otra propuesta de reordenación del mapa financiero valenciano: una fusión virtual de Bancaja, CAM y Caixa Ontinyent junto a una entidad foránea de menor tamaño como podría ser la balear Sa Nostra. La entidad de las islas, según informa Miguel Manso, respondió casi como lo hizo unos días antes Caja Murcia: Nadie había contactado con ellos para una operación que, en cualquier caso, no entra en sus planes.

Sede financiera

En el día de ayer, pareció que la nueva propuesta del Consell respondía a una fórmula de compromiso para intentar superar la oposición de la sociedad alicantina, que ya hizo fracasar el proyecto de fusión hace nueve años. Algo parecido a lo que sucedió entonces con la corporación financiera entre ambas entidades, que fue un especie de sustituto provisional para intentar aproximar a las dos cajas. Sin embargo, las manifestaciones del conseller Camps ayer en las Corts ponen en serio riesgo esa interpretación y abundan en la creencia de un Gobierno valenciano que quiere evitar a toda costa perder una de sus sedes financieras pero que no tiene una estrategia clara de cómo conseguirlo. Así, un día después de lo que dijo en Alicante, Camps afirmó ayer que el SIP es una figura prevista para fusiones entre cajas de distinta autonomía y que esta operación sólo tendría sentido en una unión de las tres entidades valencianas si se aliaran con una cuarta caja de menor tamaño (es decir, la Sa Nostra de que habló el martes).

En su opinión, las fusiones virtuales, a medio plazo, acaban convirtiéndose en definitivas. No obstante, este tipo de operaciones, sólo reguladas por el Banco de España en 2008, está ahora en puro esbozo, aunque cajas de ahorros como Caja Navarra y Caja Canarias han acordado poner en marcha una, al igual que están haciendo algunas rurales. Esa opinión reforzaría el sentir de que el Consell ve el SIP como una alternativa a la fusión real que tanto rechazo causa en Alicante, pero Camps añadió ayer que la CAM, según sus informaciones, ya ha asumido que debe entrar en un proceso de fusiones. Sus valoraciones sobre las cuentas de la caja son, sin duda, un elemento de presión añadido.

El vicepresidente económico trazó entonces el panorama que otea: la ya conocida operación que uniría a Caja Madrid con la CAM y Caixa Galicia, cuya dimensión sería equiparable a la líder del sector -La Caixa- pero que fue el tipo de fusión que el jefe del Consell advirtió a los presidentes de las cajas valencianas que no toleraría, y una unión de las entidades de la Comunitat con otra de menor tamaño (la Sa Nostra que dijo el martes o la Caja Murcia que mencionó dos semanas antes). Esta última sería la apuesta de la Generalitat, con permiso de Alicante, del Banco de España o de lo que mañana o pasado pueda decir o hacer Gerardo Camps.