"Estoy orgulloso de haber nacido en una familia humilde", afirmó en 2008 el recién elegido presidente de las cajas, Isidre Fainé, tras recibir un premio de Regió7, el diario de Editorial Prensa Ibérica -como Levante-EMV-de Manresa, donde nació en 1942. Los Fainé eran una familia de agricultores en Les Escodines, uno de los barrios mas antiguos de la ciudad; un barrio de casas modestas, de cuyos portales todavía salían carros tirados por mulas; unas pocas calles con negocios modestos, con inquilinos que trabajaban en las fábricas y con una fuerte personalidad. Fainé dejo pronto el barrio y la ciudad, pero éstos no han abandonado nunca su corazón: "Mis raíces han contribuido a mi desarrollo personal y profesional", dijo en aquella ocasión.

Sus padres le transmitieron unos valores muy claros: "Trabajar con un alto grado de exigencia, amar la justicia, ganar la confianza de las personas, conocer a la gente y ayudarla, defender la libertad, ser desprendido y vivir con sobriedad". Una hoja de ruta exigente que, aplicada con perseverancia, ha guiado hasta la cima a ese hombre inteligente que no nació entre algodones, y cuyas manos se han manchado con la grasa del taller: a los 13 años ya trabajaba en uno de reparación de bicicletas por 52 pesetas a la semana, y a los 19 años entró en un fábrica de bobinas eléctricas de Barcelona. Por ello sus manos son fuertes, con gruesos dedos: se desarrollaron "enrollando bobinas", según contó tras ser nombrado presidente de La Caixa.

Enrollar bobinas estaba mas cerca de su interés por la física, que quería convertir en su carrera universitaria tras no haber dejado nunca de compaginar trabajo y estudios. Pero la vida le llevó por otros derroteros: "me salió una oferta de trabajo en el Banco Atlántico y me presenté". Así empezó su trayectoria en el universo de las finanzas. Su examinador en el Atlántico quedó impresionado con aquel joven que se había presentado a las 11 de la mañana y a quien no había entrevistado hasta once horas más tarde. Hacia medianoche pronosticó: "En veinte años usted llegará a director general". No tuvo que esperar tanto. Renunció a la carrera de Física por la de Económicas, y tras concluirla, en 1964 fue nombrado director de inversiones del Banco Atlántico. En 1969, recibió un encargo de los que marcan carácter y definen al directivo: sacar de la quiebra al Banco de Asunción de Paraguay. Tras volver, fue nombrado director de Banca Jover en 1974, de Banco Unión en 1978, y en 1982 se incorporó a La Caixa como subdirector general, donde alcanzó la presidencia en 2007.