La involuntaria y dramática avalancha de desempleados que ha provocado la crisis económica —hasta medio millón en la Comunitat Valenciana— está teniendo como consecuencia unas insólitamente pobladas aulas de formación. Son legión, como confirman los agentes sociales y el Consell, los parados que están aprovechando los largos meses de lunes al sol para aumentar sus conocimientos y aptitudes, en suma, que se están reciclando con el anhelo de reintegrarse a la vida laboral. La competencia será durísima. La crisis, al menos en el caso de España, no ha acabado todavía. De hecho, no hay unanimidad sobre el momento en que la dejaremos atrás. Y sí hay más coincidencia en que nos enfrentamos a un período relativamente largo de crecimientos económicos leves, al menos lo suficiente como para que la reducción del desempleo llegue muy poco a poco. No falta quien teme que centenares de miles de empleos de los que se han perdido en España desde el inicio de la crisis —hemos llegado a los cuatro millones— no se recuperen jamás, dada la estructura productiva que se presume para la futura etapa de crecimiento. Si la competencia interna en las empresas por conservar el respectivo empleo se ha endurecido de forma extraordinaria, también lo ha hecho —ahora y más adelante— la lucha por hallar un puesto de trabajo. Los mejor preparados estarán en una disposición mayor para poder competir en un mundo que se avizora difícil.

Fuentes de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV) aseguran que la llamada formación ocupacional, la que está dirigida a los desempleados, está «desbordada», hasta el punto de que son usuales las quejas de alumnos «que nos piden explicaciones sobre por qué no han sido aceptados en un curso». Por contra, en las actividades de formación continua, destinadas mayoritariamente a los trabajadores en activo, «tenemos dificultades para cubrir los cursos, porque hay menos empleados en activo y los que están en esa situación tienen otras prioridades y están más interesados en trabajar más horas que en dedicarse a formarse». Hace tres años, cuando aún no se había iniciado la crisis, la situación era a la inversa, afirman. Por contra, el director de formación del Servicio Valenciano de Empleo y Formación (Servef), Joaquín Vañó, coincide en la existencia de «overbooking» en los cursos para parados, pero afirma que «no hay menos participación en formación contínua: los cursos están llenos porque la gente sabe que un valor de continuidad laboral es el reciclaje».

Los datos que tiene la patronal valenciana sobre las acciones formativas impartidas a través de la fundación que gestiona esta materia vienen a ratificar, parcialmente, sus propias valoraciones, en especial en lo que hace referencia a la ocupacional. En 2006, participaron 504 alumnos en 33 cursos, mientras que en 2009 la relación era, respectivamente, de 833 y 56. En la formación contínua, la CEV tuvo un número idéntico de cursos en ambos ejercicios (79), si bien la cifra de alumnos se redujo levemente de los 1.152 de 2006 a los 1.105 de 2009. A este respecto, conviene citar la información facilitada por el responsable de formación de CC OO-PV, Raul Alcocer: en la anteriormente denominada formación continua (ahora se llama «formación profesional preferentemente para ocupados» —para desocupados en el caso de la antigua ocupacional—) se deja desde 2008 un cupo del 40% a cubrir con parados que no encuentran una respuesta adecuada en los cursos específicos para desempleados y ese cupo ahora se llena totalmente.

Los datos

La patronal valenciana ha sido la única organización, de entre las consultadas, que ha facilitado datos internos. Los que aporta el Servef son genéricos, en el sentido de que se refieren a todo tipo de formación, y hablan de una inversión global de 230 millones de euros en 2009 que beneficiaron a entre 130.000 y 150.000 personas. No hay comparativa posible con antes de la crisis. Desde UGT-PV, su secretaria de Innovación y Coordinación Industrial, Ana Toral, se limitó a afirmar al respecto que, debido a la movilidad constante —el «difícil mecanismo de inscripción», según CC OO-PV—, no hay un registro de cuántos alumnos pasan por los cursos —más de un centenar— que imparte el sindicato, pero asegura con rotundidad que «se llenan todos y se nos queda gente fuera». Respecto a 2006, el año previo al inicio de la crisis económica, Toral observa tres diferencias fundamentales. Por un lado, hay menos cursos que entonces, «porque hay menos presupuesto para formación ocupacional». Además, en 2006, según la dirigente ugetista, «nos costaba completar los cursos», que se imparten para quince personas con un número de horas lectivas que dependen de cada acción formativa. Por último y como consecuencia de lo anterior, «no había alumnos que se quedaran sin curso».

«Aumento desmesurado»

A diferencia de UGT y la patronal, el SI asegura que a este sindicato, el tercero a mucha diferencia de los mayoritarios en la Comunitat Valenciana, le cuesta cubrir los cursos que organiza, que en número son mucho menos que los de los otros agentes sociales. Sea como fuere, su secretario general, Fermín Palacios, opina que la diferencia entre su sindicato —que ha recibido 480.000 euros para impartir formación— con los mayoritarios y la patronal estaría en que «a ellos les envían desde el Servef mucha gente y a nosotros menos; les dan lo prioritario y a nosotros lo residual». En cualquier caso y aunque en ocasiones tenga que recurrir a cauces ajenos a la administración para cubrir un curso, este dirigente sindical sí está de acuerdo en que «hay mucha gente, de todo tipo de edades, interesada en obtener títulos que les permita encontrar un empleo y, en ocasiones, ha venido alguno al margen del Servef en busca de un curso determinado». Alcocer, de CC OO, habla de «un aumento desmesurado que es equivalente al del paro».

Ana Toral, secretaria de Innovación y Coordinación Industrial de UGT-PV, agrega que «la gente acude a la formación buscando una salida en lugar de quedarse en casa con los brazos cruzados». Y se le está dando una respuesta. El gran problema, según coincide, mayor rotundidad, la dirigente ugetista con la patronal provincial CEV, es que todos los implicados en impartirla desconocen si están acertando. Los cursos llegan a las partes a través del Servef en función de las demandas de parados y empresarios, pero «ningún medio público», según Toral, «hace prospectiva de futuro», de tal forma que «todos nos basamos en el pasado». La dirigente de UGT asegura al respecto que «mucha gente cree que la industria es una salida adecuada, y buscan formación dirigida a ese sector». «Se orientan por lo que pidieron o vivieron en el pasado, pero no sabemos qué les demandará el mercado profesional dentro de unos años», añade antes de poner un ejemplo: el sindicato ha detectado una fuerte demanda de carnets profesionales para grandes vehículos, pero la está frenando ante el convencimiento de que el transporte por carretera está cediendo ahora, y lo seguirá haciendo en el futuro, buena parte de terreno al tren o el barco. No es futuro.

Observatorio

Para el responsable de formación de CCOO-PV, ese desconocimiento sobre el valor de lo que se está enseñando obedece a la inexistencia de «un observatorio que nos diga cuáles serán las tendencias laborales en la Comunitat Valenciana dentro de diez o veinte años; estamos a ciegas». En este sentido, apunta que «es muy difícil saber cuales serán las ofertas de futuro si en este momento hay una enorme incertidumbre sobre el futuro del sistema productivo valenciano».

En este debate sobre el porvenir, el responsable del Servef Joaquín Vañó interviene para convenir que, en efecto, «nadie tiene una bola de cristal», pero lo hace desde una cierta sorpresa, porque toda la programación del Consell Valencià de Formació Profesional, donde están representados la Generalitat, UGT, CC OO y la Cierval, «está consensuada en un 99%», así que los agentes sociales «son juez y parte». Vañó asegura que los cursos se preparan «con planificación comarcal, para responder a las necesidades más locales» y nunca «sin una información previa». Ante la crítica de CC OO de que el Consell «está poniendo el mismo dinero que hace dos años», el director del Servef admite que hay menos dinero para formación y culpa al Gobierno central, al que acusa de «discriminar» a la Comunitat Valenciana, la segunda que menos recibe por parado (un 25% por debajo de la media). «Con más dinero, habría más formación», añade antes de afirmar que el Consell ha tomado medidas adicionales como congelar los costes desde 2008, lo que, a diferencia de otras autonomías, «ha permitido llegar a más alumnos».

Entre éstos se incluyen también los inmigrantes. Desde la patronal CEV se asegura que su número «no es relevante», pero muy similar al de antes de la crisis, tal vez porque algunos han regresado a su país al perder sus empleos. El dirigente de CC OO-PV Raul Alcocer cree, por contra, que «ha habido un aumento, pero no tanto como sería de esperar» y aduce como motivo que «muchos de esos parados están en la economía sumergida y no se pueden formar». Alcocer, por último, reclama que se pongan en marcha, «como debería haber sucedido hace ya ocho años, porque está previsto en la ley», programas de orientación profesional. En su opinión, «es fundamental que el trabajador sepa qué oportunidades le ofrece el sistema formativo y conozca cuáles son sus potencialidades individuales cuando quiere recurrir a él».

Los cursos más demandados por los parados valencianos

No hay una coincidencia global, entre las organizaciones consultadas, sobre cuáles son las actividades formativas más reclamadas por los parados que quieren aprovechar este tiempo sin trabajo para reciclarse. En UGT-PV, por ejemplo, apuntan que lo más demandado son los cursos orientados a la industria y destacan la gran demanda de preparación para obtener el carnet profesional para conducir grandes vehículos. CC OO-PV menciona como cursos de formación más demandados aquellos que están relacionados con «oficios» y cita a los instaladores eléctricos, los instaladores de gas o las profesiones relacionadas con las energías fotovoltaicas. En la Confederación Empresarial Valenciana (CEV) afirman que las empresas demandan cursos de idiomas, con preferencia por el inglés, para mandos intermedios de dirección y para empleos muy técnicos de difícil cobertura, como podría ser el relacionado con el mantenimiento de instalaciones de baja tensión.

El Servef, según su responsable de formación, está dando prioridad a los oficios, como fontanero o carpintero, donde hay demanda de una mayor especialización, y en sectores emergentes como las energías renovables, y se propone para el año próximo «dar un apretón en idiomas». Por último, el Sindicato Independiente de la Comunitat Valenciana (SI), que anualmente tiene un volumen adjudicado de cursos de formación sensiblemente inferior al de las centrales mayoritarias o la patronal autonómica Cierval, destaca entre las actividades formativas que está impartiendo en estos momentos en sus instalaciones las siguientes: aplicación informática de gestión, formador ocupacional, experto en gestión de salarios y Seguridad Social o administrador contable.