Los empresarios no terminan de recuperar la confianza, y el anunciado temor al último trimestre del año ha prendido como una mecha. La encuesta del Indicador de Confianza Empresarial que realiza periódicamente las Cámaras de Comercio de España pone de manifiesto que el moderado optimismo registrado entre los meses de abril a junio con motivo del crecimiento de la demanda, se ha desvanecido entre los meses de julio y septiembre y apunta a la baja para los últimos tres meses del año como consecuencia del estancamiento del consumo y las dificultades de acceso a la financiación.

Ocho de cada diez empresas de las cerca de siete mil consultadas reconocen que la debilidad de la demanda, especialmente después del crecimiento del consumo registrado antes de la entrada del IVA, se ha convertido en el factor que más está perjudicando sus negocios. Una variable que se complementa con las dificultades para acceder a los préstamos en las entidades financieras, que terminan comprometiendo las inversiones y las políticas de expansión.

De hecho, durante el tercer trimestre del año, nueve de cada diez empresarios reconocieron que las inversiones de sus negocios se mantenían o habían disminuido. Un porcentaje que aún resulta más dramático en el tema del personal. Sólo tres de cada cien reconoce haber contratado personal nuevo, mientras que el 80% ha mantenido la plantilla y cerca del veinte por ciento la ha recortado.

El sector más dañado por la crisis continúa siendo el de la construcción, que entre los meses de julio y septiembre volvió a sufrir un nuevo desplome en los índices de confianza, desplome que no se han visto compensado por el incremento de las ventas de viviendas procedentes del stock de la banca y las inmobiliarias.

Pero más llamativo es aún el cambio de rumbo en la opinión de los empresarios del sector industrial, que venía marcando una tendencia de moderado optimismo desde principios de 2009, que ahora se ha quebrado. José Vicente González, presidente de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), entiende que este pesimismo era previsible por la caída del sector de la automóvil -fundamental en el sector-, como consecuencia del final de las ayudas y la subida del IVA. Respecto a las perspectivas para el último trimestre del año, González precisó que "no nos equivocamos cuando anunciamos que iba a ir mal". La industria, indicó, necesita financiación para abordar nuevos proyectos; "no se puede ser competitivo frente a otros países y exportar si no hay una renovación tecnológica, y para eso hacen falta medios". En esta ralentización de las exportaciones influye también la fortaleza del euro.