"¿Que cómo vamos? Imagínate, si en lugar de estar dentro de la zapatería estoy fuera limpiando el coche es porque la cosa está jodida". Han pasado 22 años desde la apertura de su pequeño comercio en el barrio de la Luz de Valencia. Ha conseguido superar a duras penas la proximidad de una gran superficie comercial, pero la crisis económica está a punto de acabar con lo que hace dos décadas empezó como un sueño. Esa es la realidad de los más de nueve mil comercios que se han visto obligado a echar el cierre en los últimos dos años en la Comunitat Valenciana.

Una situación que afecta de forma más sangrante al pequeño comercio, al más tradicional. Un tejido empresarial cuya importancia se pone de manifiesto con un sólo dato: de 360.000 empresas que hay en España, 342.000 se consideran "micropymes".

Panorama sombrío

Hace años que la luz no se asoma a la ventana de este sector. Primero fueron las grandes superficies, después los centros comerciales medianos y ahora se ha sumado la crisis económica. Javier Pastor, de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA) valenciana, lo describe con un ejemplo, el del tapón del relevo generacional. Ni siquiera los padres que tienen un comercio, señala, se atreven a pasar el negocio a sus hijos, a pesar del elevado índice de paro entre los más jóvenes. "Deciden jubilarse y echar el cierre antes que dejarlos empantanados", precisa Javier Pastor.

No obstante, la situación del pequeño comercio difiere dependiendo de su ubicación geográfica. En el caso de los locales situados en el centro de la ciudad, la mayor presión viene de las grandes marcas. "Cuando hay que renovar los alquileres, se encuentran con una competencia a la que no pueden hacer frente, con establecimientos que buscan el valor añadido de la zona y están dispuestos a pagar lo que no puede asumir el pequeño comercio", explica Isabel Cosme, de Cecoval.

En cambio, en los pueblos, especialmente en los más pequeños, la desaparición del comercio tradicional ha venido acompañada de la mobilidad y la accesibilidad. La mejora de las comunicaciones y la creación de núcleos comerciales medianos junto a los municipios más importantes, con precios mucho más competitivos, han hecho que los compradores sólo acudan a las "tiendas del pueblo" ha realizar las conocidas como compras de "proximidad", como el pan al horno; mientras que las grandes compras de alimentación, textil, calzado, equipamiento del hogar o droguería, las efectúen en grandes superficies.

De hecho, este tipo de espacios comerciales ha sido un de los que han conseguido levantar cabeza pese a la crisis económica. El último Registro de las Actividades Comerciales (RAC), a 31 de marzo de 2010, ya destacaba el dinamismo de estos centros, que registraron crecimientos del 15,35% en l'Horta Sud, del 9% en la Marina Alta y del 8,9% en los Serranos. En resumen, en el primer trimestre de 2010, mientras que sólo se instaló una gran superficie comercial (superior a 2.500 m2), hubo 15 de tipo mediano (entre 600 y 2.500 m2), que son las que más daño están haciendo a las pequeñas tiendas de pueblo.

La regeneración del sector

Sin embargo, una parte importante del pequeño comercio ha sabido ponerse al día empujada por la llegada de gente más joven, que ha encontrado en la inversión en un pequeño local la única forma de no acabar en las interminable lista del paro. Se han hecho con los alquileres aprovechando la bajada de los precios tras el pinchazo inmobiliario, y han buscado la especialización y la imagen de la mano de una marca o franquicia. En muchos casos terminan cerrando, pero en otros, consiguen aguantar y tomar el relevo de un modelo prácticamente agotado, el de las viejas droguerías, ferreterías,...

Los pequeños comercios que han sabido explotar una imagen directa y clara han sido fundamentales en el crecimiento del tejido comercial, que en el primer trimestre de 2010 registró 1.113 establecimientos nuevos en la Comunitat Valenciana y un aumento de 230.630 m2 de la superficie; esta última de la mano, sobre todo, de los centros comerciales medianos.

Para la responsable de la patronal del pequeño comercio valenciano, Isabel Cosme, las perspectivas de futuro son positivas, porque "la gran destrucción en el sector ya se ha hecho; ahora nos movemos en una cifra de locales más ajustada". Considera que hay que agarrarse a lo que se pueda para salir adelante y el asidero más a mano ahora es el AVE Madrid-Valencia. "Es una oportunidad única a la que debemos sacar provecho. Las ciudades a las que ha llegado la alta velocidad han asistido a un aumento de un tipo de turismo muy beneficioso para el pequeño comercio".

Un optimismo que no comparten los autónomos, para quienes el cierre de alrededor de 40.000 pequeños establecimientos durante la crisis en toda España es "un drama y una amenaza para la economía del país", según asegura Ángeles Pelegay, de la Confederación de Autónomos del Comercio de España (CACE). César García, secretario ejecutivo de UPTA-España precisa que "el cierre de un comercio es un cierre definitivo, al menos para la familia propietaria y para sus trabajadores", y recuerda que muchos de estos autónomos "se quedan sin ningún tipo de cobertura social" tras perderlo todo.

Por cada 73 empresas nuevas, cierran cien

El balance del tejido empresarial valenciano de los nueve primeros meses del año resulta poco esperanzador. El informe elaborado por Asexor pone de relieve que la recuperación económica continúa en un horizonte aún lejano. Hasta el mes de septiembre se crearon en la Comunitat Valenciana 7.048 empresas, un 11,2% más que en el mismo periodo de tiempo del año anterior; sin embargo, en el mismo plazo cerraron 11.049, un 13% más. A pesar de estas cifras, es una de las autonomías con mayor dinamismo de España. Otro dato para entender la situación empresarial valenciana es la de los procedimientos concursales, apartado en el que sí que se ha registrado una mejora, ya que hasta septiembre descendieron un 21,73%. No obstante, la Comunitat es la segunda de España en número de insolvencias.