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Una de las variables que más influye en la marcha de los pequeños comercios es el consumo y la superación de la parte más aguda de la crisis no parece que lo haya impulsado. El aumento que se produjo durante el primer semestre del año se ha quedado en un espejismo achacable a la llegada de la subida del IVA.

La encuesta de los presupuestos familiares correspondiente a 2009, hecha pública por el Instituto Nacional de Estadística(INE) esta semana, ha puesto de relieve la factura que está pasando la crisis a los hogares españoles, con un recorte del gasto del presupuesto familiar del que sólo se ha librado el tabaco y las bebidas alcohólicas. La compra de artículos de vestir, de mobiliario, de equipamiento de vivienda y de ocio se ha desplomado. Ha afectado incluso a la propia dieta. El consumo de carnes como las de ovino y caprino ha pasado a ser marginal.

Javier Pastor considera que esta actitud de los consumidores es más fruto del miedo a lo que pueda venir que de la propia situación real. "El temor al despido, a que las cosas vayan a peor, los recortes salariales han creado inseguridad. Incluso la congelación de las pensiones es otro factor de incertidumbre. La gente se lo piensa dos veces antes de entrar en una tienda a comprar,. y eso nos está dando la puntilla", sentencia Pastor.

Isabel Cosme también reconoce que esta desconfianza está pasando factura al pequeño comercio, una desconfianza que, según opina, obedece más a motivos psicológicos que reales.

Lo que sí está contrastado, no obstante, es el deterioro económico en la mayoría de los hogares. Tres de cada diez reconocen que llegan con dificultad a fin de mes, según la Encuesta de Condiciones de Vida de 2010 del INE, y el 36,7% no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos. Unas condiciones poco idóneas para que despegue la actividad comercial.